Aparte de todo lo que se ha dicho sobre el tirano Duarte y con sobradas razones, argumentos e información, hay un dato sobre el que no se ha reparado: es su bravuconería con la que suele enmascarar su cobardía.

Cuando se enteró de la denuncia penal del 23 de septiembre de 2014 con la que Unión Ciudadana desató la ofensiva cívica, gritó desde Ciudad Jiménez que si no le temía a los sicarios, mucho menos a los mentirosos. Esas palabras cayeron por peso propio cuando se demostró que el mentiroso era él, y de nueva cuenta reconoció que los documentos del fraude los había firmado “sin leer y a lo macho”.

Después, y lo estamos narrando a grandes trancos, dijo que con la frente en alto, al terminar su mandato, se iría a vivir a su querido Parral. En los hechos, aprovechando la nocturnidad corralista, huyó del país, aunque tiempo después fue capturado en Miami. Bravuconería y mentira se conjugaron de nueva cuenta.

En un momento, como esos valentones de rancho, que dicen “te espero allá afuera”, amenazó encarar a sus detractores, de que al final del sexenio se las verían con él. Aún esperan, aunque cuando pronunció esas palabras casi nadie le temía.

Cuando se dio a conocer públicamente por el gris abogado que lo patrocina localmente y que simplemente es cuello de ganso, con absoluta desmesura mandó decir que regresaría, cuando en realidad lo van a traer para dar la cara, defenderse y prácticamente recuperar su honra y bienes. La noticia fue que regresaría para poner punto final, que las instancias estadounidenses habían terminado, aunque sabíamos que había unas utilizables a las que, se supuso, estaba renunciando.

Ahora la noticia es que apeló la extradición. Volvió a mentir cobardemente. No está de más aclarar que está noticia ha sido en páginas interiores que incluso hay que tomar con reservas, precisamente porque se trata de un cobarde mentiroso.

Colofón: los chihuahuenses seguramente no entienden los complejos procedimientos legales y la defraudación cometida por Duarte, pero como a las personas se les conoce en las pequeñas cosas, ahora todo mundo sabe que se trata de un personaje fanfarrón.