De Rusia con amor… y protestas contra Putin
Lo leí en un famoso diario de cuyo nombre no quiero acordarme. Se trata del relato de la migrante rusa Elena Nazarova, quien se encuentra en territorio chihuahuense, en espera de ser asilada en los Estados Unidos, país que reconoce formado históricamente por migrantes.
Ella protestó en Jabárovsk, una ciudad rusa, contra la invasión de Putin en Ucrania. Enfermera de profesión, con 44 años de edad, se vio obligada a abandonar su familia y su país porque la despidieron del hospital en que trabajaba y padeció la persecución policiaca a raíz de esas protestas.
Con letreros exigió de su gobierno que “Paren la Guerra” contra Ucrania, y nos dio noticia de algo sumamente importante: declaró que “hay mucha gente que está en contra de la guerra en Rusia, que piensa que es criminal; por eso yo protesté en contra de la guerra, y trataron de encarcelarme, porque nosotros no podemos llamarle guerra a lo que es guerra”.
Esto significa que el control dictatorial de Putin sobre los medios de comunicación ha impuesto una narrativa de lo que sucede en el conflicto y nadie se puede salir de su narrativa, privando de libertad de expresión a los ciudadanos. Bien se ve que la formación KGB de la era soviética y totalitaria prevalece en la federación rusa, y que hablar de democracia para ese país es algo que no tiene el más mínimo sentido.
Acciones como la de Nazarova, aparte de ser dignas de llamar la atención, constituyen muestras de un esfuerzo ciudadano de insumisión y resistencia.
Esto no sucede en cualquier parte. Aconteció en un país en el que hablar de los conflictos bélicos es lo ordinario, de muchísimo tiempo atrás, pero particularmente de la oposición socialdemócrata al contenido imperial de la Primera Guerra Mundial, luego el despertar para oponerse a la invasión de Hitler. De esos tiempos data que cuando Rusia está en medio de una circunstancia como la actual, sus ciudadanos tengan elementos de historia importantísimos para la comprensión de esos fenómenos y cómo resistirlos.
Como Nazarova seguramente habrá miles y miles de mujeres y hombres que hoy enfrentan la decisión dictatorial de Putin.
Estamos frente a un hecho que para algunos puede ser casi nada, una acción individual, quizás quijotesca, pero por diminuta que sea, demuestra que el valor y la valentía de los ciudadanos es fundamental.
Me recordó la obra del búlgaro Tzvetan Todorov, Insumisos, donde aparecen figuras gigantescas como Etty Hillesum, Germaine Tillion, Borís Pasternak, Aleksandr Solzhenitsyn, Nelson Mandela, Malcolm X, David Shulman y Edward Snowden, frente a las cuales la migrante rusa que hoy está de paso hacia los Estados Unidos, quizás se vea sumamente pequeña. Pero sigue su ejemplo y de su grandeza habla hoy su protesta.