Cuando alguien empieza a tener éxito, que es el metro de toda ética utilitaria, se acostumbra decir que se le alinearon los astros. Los astros nada tienen que ver con nuestro sistema planetario, ni con el universo y sus hoyos negros.

Con esa frase lo que se dice –y a la vez se oculta– es que la casta poderosa ha decidido proyectar a un hombre o una mujer para que alcance un peldaño más en su carrera política. La metáfora en sí resulta pedestre, cuando la vemos puesta en escena.

Hoy se dice en los medios que Jesús Villalobos Jión tiene todo para convertirse en el próximo rector, a pesar de que tiene un impedimento insalvable jurídicamente, y no se diga de índole moral, pues para que los astros se pongan en línea se necesita una ley especial para hacerlo rector. En otras palabras, si la ley le estorba, que se modifique la ley.

En esto hay casos grandes y casos pequeños. En su tiempo Vicente Fox tenía un problema de nacionalidad insuperable, y se modificó la Constitución; al igual que Paco Taibo II, que no podía ser director del Fondo de Cultura Económica por razones similares, y se le retiró el obstáculo legal.

En México, como en Chihuahua, hay un menú de reformas que se ordenan a la carta y a contentillo de quienes únicamente tienen ambiciones y proyectos personales de poder.

Jesús Villalobos Jión ofreció cubrir un interinato, y ya establecido en el cargo, le gustó la poltrona y la quiere para un periodo completo. Y ahí está el Congreso para concederle, con la gracia de la gobernadora, Maru Campos, el ansiado platillo.

Cuando se “alinean” esos astros, se hace con signos que son obviedad para los iniciados de la política, entre ellos que todos los medios en los hechos den por establecido que al tema ya se le puso punto final, y que Villalobos será el “nuevo” rector.

En esto es frecuente que el pretendiente declare que quiere concluir proyectos, que ama su alma mater, que la universidad está en estado lastimoso, que sabe de dónde obtener dinero y hasta lograr una apertura de la universidad a la sociedad, no obstante que su historia más bien habla de cerraduras.

Para Villalobos Jión, él está haciendo lo correcto, y no hay medio que lo ponga en duda, así sea sólo por practicar una especie de escepticismo metódico.

Sorprende que Villalobos Jión, a estas alturas de la vida, no se haya jubilado, pues cuenta con alrededor de 50 años de antigüedad, lo que toma como soporte para decir que la experiencia es lo más importante y ya la tiene, y el tiempo lo corrobora. Lo raro del caso es que en todos esos años nunca supimos que tuviera propuestas tan valiosas, que haya publicado algún artículo serio en alguna revista científica, o algo por el estilo. Nada. Pero ahí están los astros, que se encargan de todo.

Duele el inmovilismo de los universitarios y la indolencia de la sociedad que no lucha por la universidad que necesita. Es la historia de la UACh, una universidad a la deriva.