Marco Valerio Marcial, conocido solamente como “Marcial”, nació a mediados del siglo I de nuestra era. Español de origen, hizo fama como escritor y particularmente como epigramista. A casi 2000 años se le sigue leyendo y empleando especialmente para la crítica de los excesos del poder y las costumbres sociales, aunque quizá ahora no se le vea con benevolencia en muchos de sus conceptos y enfoques, lo cual va más allá de una evaluación crítica e histórica de su memorable obra. Por ejemplo, transcribo uno de estos epigramas:

“El barbudo Calistrato se casó ayer con el musculoso Afer siguiendo los mismos ritos que una virgen cuando toma marido. Le precedían las antorchas encendidas, el velo con que las casadas escondían su rostro y, Talaso, no faltaron tus palabras. También fue estipulada una dote. ¿No es eso demasiado, Roma? ¿Es que esperas haber si pare?”.

Entendamos esto en su fondo: es una mordaz crítica a una sociedad como la romana que inició un declive memorable y del cual se han ocupado historiadores de primera línea. Cuando uno ve los excesos de los aspirantes al poder en Chihuahua que buscan la nominación por MORENA, no se puede dudar de que cuando se ofreció un cambio de régimen lo que estamos viendo que llega son las prácticas más detestables por una sociedad que dice aspirar a una democracia avanzada. 

El expanista, compadre de Javier Corral, saltimbanqui, Cruz Pérez Cuéllar, gasta lo que no tiene en espectaculares para dar a conocerse en una irrisoria entrevista en una revista inexistente para fines cívicos. Rafael Espino gasta lo que tiene para publicitar jamoncillos de Parral, los clásicos burritos, las apariciones de la Pascualita, calla cínicamente de lo que sucede en PEMEX; y el apodado “virrey”, Juan Carlos Loera De la Rosa, contamina con su rostro en un libro que se publicará y que lo orilló a poner anuncios espectaculares en cantidad mayor que el que tienen los avisos públicos para prevenir la pandemia. 

A esta tercia la democracia les tiene sin cuidado, el cambio de régimen se limita a llegar ellos a la cima del poder, ganar una encuesta tras la que se esconde el dedo mayor e ir en pos de la gubernatura, por obra y gracia de los excesos del poder. Todo esto sucede arropado en la indolencia de la sociedad y sus ciudadanos. ¿Es que acaso estamos esperando el parto de alguna galaxia que nos inunde con la democracia esperada? ¿Es que esperamos haber si pare?, nos diría Marcial en un lenguaje y con un ejemplo que hoy casi nadie emplearía, yo entre ellos, pero cuya profunda expresión crítica no tiene desperdicio. 

Lo que no hagamos nosotros, las y los ciudadanos, no lo hará nadie.