Todos los ojos voltean a ver lo que pasa en Culiacán, empero por los saldos de enfrentamiento y bajas, el estado de Chihuahua no se queda atrás y baste recordar los recientes acontecimientos en Ojinaga, Coronado y otros municipios.
En realidad el país está en llamas ante la ausencia de una estrategia de seguridad consistente. López Obrador en esta materia quedó a deber y mucho y deja un país en crisis y militarizado.
Lo mismo las fuerzas armadas federales que las dependencias de los estados y municipios en la materia han fracasado. El gobierno de María Eugenia Campos sigue sosteniendo a Gilberto Loya como el funcionario principal, no obstante su probada ineficiencia que arrastra consigo ese adefesio llamado Centinela, que continúa siendo más que todo un proyecto sin realización ni resultados.
En la coyuntura llama la atención una declaración de un alto mando del Ejército que delega las causas de la inseguridad y la violencia a las guerras intestinas entre las mafias, negándose a reconocer la propia negligencia.
A punto de que la Guardia Nacional pase a la SEDENA todo sigue igual o simplemente con tendencia a agravarse, más cuando la presidenta electa continúa con la idea de recetarnos más de lo mismo.
Sigue siendo válida la pregunta que se hizo Lec en uno de sus pensamientos despeinados: ¿Hasta cuántos muertos cabe equivocarse?
A la clase política esto lo tiene sin cuidado.
Chihuahua está como Culiacán
Todos los ojos voltean a ver lo que pasa en Culiacán, empero por los saldos de enfrentamiento y bajas, el estado de Chihuahua no se queda atrás y baste recordar los recientes acontecimientos en Ojinaga, Coronado y otros municipios.
En realidad el país está en llamas ante la ausencia de una estrategia de seguridad consistente. López Obrador en esta materia quedó a deber y mucho y deja un país en crisis y militarizado.
Lo mismo las fuerzas armadas federales que las dependencias de los estados y municipios en la materia han fracasado. El gobierno de María Eugenia Campos sigue sosteniendo a Gilberto Loya como el funcionario principal, no obstante su probada ineficiencia que arrastra consigo ese adefesio llamado Centinela, que continúa siendo más que todo un proyecto sin realización ni resultados.
En la coyuntura llama la atención una declaración de un alto mando del Ejército que delega las causas de la inseguridad y la violencia a las guerras intestinas entre las mafias, negándose a reconocer la propia negligencia.
A punto de que la Guardia Nacional pase a la SEDENA todo sigue igual o simplemente con tendencia a agravarse, más cuando la presidenta electa continúa con la idea de recetarnos más de lo mismo.
Sigue siendo válida la pregunta que se hizo Lec en uno de sus pensamientos despeinados: ¿Hasta cuántos muertos cabe equivocarse?
A la clase política esto lo tiene sin cuidado.