Columna

Adriana Terrazas, continuidad de Maru en el Congreso

La “morenista” diputada Adriana Terrazas gustó tanto al gobierno maruquista que la dejarán por un año más como presidenta de la legislatura del estado de Chihuahua. Al parecer no tuvieron consenso los priistas para ocupar la posición, y qué mejor que la juarense, expriista con todas las mañas imaginables de esa escuela, para continuar en la ardua tarea de ser florero en las ceremonias públicas, el corte de listones, la entrega de reconocimientos y demás oropel que le impone su carnet social, del que es muy atenta.

Por un siniestro eufemismo a eso le llama legislar, o encabezar un poder que obedece, exclusivamente, los designios de la gobernadora María Eugenia Campos Galván, y por ende del PAN.

Ya se sabe que los morenistas siempre contestan “no somos iguales”. Y, en efecto, resulta que en el caso que me ocupa se trata de una calidad peor.

La diputada, como es público y notorio, carece de vergüenza, es una hechura del duartismo militante, de la arrogancia priista y de todo ese cascajo que acostumbra recoger MORENA para reciclarlo, con gran daño para la sociedad.

De la frontera llegan vientos, por ejemplo, de que el “Teto” Murguía será militante del partido guinda, y desde luego que algún cargo se ha de estar cocinando para él.

Por lo pronto, MORENA como fracción parlamentaria en el Congreso local, ha enseñado el cobre porque además de las jugosas dietas que reciben sus diputados, algunos de ellos hacen doblete recibiendo sueldos en la Universidad Autónoma de Ciudad Juárez. Figura entre ellos el diputado Gustavo De la Rosa, ausente de la tarea pública, pero siempre puntual en las nóminas.

Quizás han hecho del lema de Garizurrieta una convicción de vida: vivir fuera del presupuesto, es vivir en el error.

Tan decentes que se veían.