Cuenta la leyenda que al último emperador azteca, Cuauhtémoc el joven abuelo, según López Velarde en la Suave Patria, le quemaron los pies y aun así no dijo dónde estaba el tesoro. 

Esto viene a cuento porque otro Cuauhtémoc, este de apellido Estrada, y que es el que controla a los diputados locales de Chihuahua sin ser sometido a ningún tormento se adelantó a decir que en el Senado de la República no hubo presiones para la aprobación de la reforma judicial. En realidad nadie le quiso quemar sus pies. 

Al parecer quiere que los chihuahuenses comulguen con ruedas de molino.

Ya enrutado en esa línea también dijo que el senador Yunes no es un traidor. Quizá siguiendo la línea de Claudia Sheinbaum proponga que la historia reconozca a este Iscariote y si me apuran un poco hasta proponga que se labre su nombre en letras de oro en los muros del Congreso de Chihuahua.

Y es que esto no es nuevo, el señor diputado viene del PRI.