Algunos políticos con su saliva ya habrían incrementado el caudal del Río Conchos. Sin duda la situación de la cuenca de este río pasa por una crisis que obliga a ya no postergar el inicio de una solución de fondo; no será en un día pero cada día que pase se acrecentarán las dificultades. 

Transversalmente a todos nos afecta este problema, donde quiera que nos encontremos. Pero hay actores directos y con suficiente conocimiento que han de pasar a un papel protagónico legítimo para encausar el diferendo, tanto nacional como internacional. 

Lo que no se vale es medrar con el tema como lo están haciendo, a un mismo tiempo, políticos del PRI y del PAN. Por el lado de los tricolores y de hace tiempo a esta fecha, Patricio Martínez García ha convertido el tema en uno de sus pasatiempos y sus estridentes declaraciones. Pero en esto hay mucho ruido y muy nada de nueces. Como gobernador, como efímero diputado federal y sobre todo como senador dormilón nunca hizo nada consistente en este delicado tema. Medrar fue su oficio y ahora lo reintenta queriendo que se recuerden sus acciones del pasado que son de papel y saliva. 

Por el lado del PAN la reciente declaracíón contra el “socialismo autoritario” formulada por la señorita María Eugenia Campos Galván denota que no conoce ni el abecé del problema y que sigue teniendo pesadillas anticomunistas, como si el Muro de Berlín no se hubiese caído hace ya alrededor de 30 años. Para ella hay que estar bajo las candilejas, el agua del Conchos le importa un bledo, en cambio su afán de notoriedad electoral es inocultable. 

Otro que finaliza esta tercia es el diputado federal Mario Mata Carrasco, político delicience que más que preocupado por el Conchos lo está por sacarle jugo al tema para su quimérica precampaña electoral a la gubernatura. 

Con estos políticos no se va a resolver, en larga perspectiva pensable, el problema de nuestros recursos hídricos dentro de la principal cuenca que es la del Conchos y que el gobierno federal debe abocarse a resolver de fondo en un plazo que debe ser perentorio. 

De políticos como los señalados, aparte de estar hartos, no se puede esperar nada.