Según algunas versiones, la señorita Campos Galván suspendió su gira por los Estados Unidos para regresar a la cabecera del municipio de Chihuahua. Ante la pifia que representó su inexplicado viaje, ahora trata de vendernos la idea que desde allá  siempre estuvo al pendiente y dirigiendo todo, y que su retorno es como un acto que la honra. Mentiras y más mentiras. 

Ya son varias las ocasiones en que se ausenta y no cuestiono qué razones privadas puedan causar su desplazamiento fuera del ámbito de sus obligaciones, pero es obvio que nunca se han explicado suficientemente, porque si se fue allá y estuvo siempre al pendiente de todo, cabe la pregunta: ¿Para qué se fue? A menos que existan cibercafés tan avanzados que se pueda gobernar la ciudad paladeando un café irlandés con bastante whisky. 

Algunos tienen la peregrina idea de que va a hablar a Norteamérica de temas de seguridad, de su muy poroso queso llamado “Escudo Chihuahua”. Algo así como ir a Italia a hablar de espagueti.

La realidad es que Chihuahua, por más que se diga, por más que compre Suburbans blindadas o la Black Mamba, está en crisis de seguridad; pero no solo, también de ausencia de atención de áreas básicas que corresponden al ámbito municipal. Lo acabamos de ver en los panteones y no es un simple eufemismo. 

Hablemos claro: lo que la señorita Campos Galván hace es construir su candidatura al gobierno del estado, por eso sus encerronas, por eso sus ausencias y por eso la petulancia de pasearse en los Estados Unidos para que se diga que anda en las ligas mayores. 

Entre tanto, el municipio y su funcionariado actúan como maquinaria para ganar el plebiscito que a ciegas está por llegar para resolver el negocio de la iluminación. 

Da lo mismo, a final de cuentas, que esté aquí, allá o acullá.