Desde el escenario del Teatro de los Héroes rebotaron las palabras de los actores que dieron vida al guión de la obra “Enemigo del pueblo” que, sin proponérselo, le puso el saco al gobierno panista anfitrión. 

Escrita originalmente por Henrik Ibsen en 1883, esta obra fue presentada el pasado miércoles 9 de octubre en el marco del Festival Internacional Chihuahua bajo la dirección de David Gaitán, con una versión en cuyo fondo merodea el concepto del panóptico, retomado en el Vigilar y castigar, de Michel Foucault, que hasta se menciona literalmente en la puesta en escena.

El médico del pueblo, el Doctor Luis Stockman, un hombre de “malos modos” pero de gran agudeza intelectual, decide denunciar a su hermano, el alcalde, porque el balneario que se inauguró tiempo atrás y ha generado dinero a sus habitantes, está contaminado por aguas tóxicas. El doctor pretende alertar a la comunidad a través del La Voz del Pueblo, el único periódico existente en el lugar pero al que sostiene –y controla– con dinero discretamente el gobernante. Ahí es donde los intereses chocan.

—¡Yo tengo la razón! –grita el médico.

—Sí, pero tu hermano, el alcalde, tiene el poder –le ataja su hija Petra, la única que lo sigue en su “locura” de exponer el problema en contra del argumento oficial, apoyado por la prensa, para no desatar una pandemia.

La trama incluye desde el principio elementos de comedia e interacción con el público, un foro que eventualmente se vio en aprietos morales para decidir, como se pidió al inicio de la obra, sancionar o “castigar” el comportamiento de Luis Stockman con disparos de lo que podríamos llamar “pompas de jabón˝, salidas de pistolitas de juguete repartidas previamente entre los asistentes.

Soberbio de poder, en algún momento el gobernante revela que no ha podido tener descendencia, pero que esa carencia la sustituía, hipócritamente, con “el amor que le tengo a mi pueblo”. 

La premisa de Gaitán al versionar esta obra es contundente: “Somos un ejército de estatuas animadas, temerosas de hacer un gesto anómalo ante la certeza de que por osar ser distintas seremos devoradas. Y confundimos la uniformidad con democracia, el silencio con respeto, la vigilancia con orden, lo íntimo con lo prohibido, el periodismo con servilismo, las provocaciones artísticas con posturas personales, la policía con el pueblo…”.

Buenas interpretaciones, por otro lado, que debieron incomodar a más de uno del lado de “el alcalde”, la de los actores de la Compañía Nacional de Teatro: Luis Rábago, Amanda Shmelz, Antonio Rojas, Miguel Cooper, Astrid Romo y Alan Uribe.