Columna

Los sueños de Maru producen monstruos 

Es indispensable crear la comuna de Chihuahua para impedir las políticas antipopulares de María Eugenia Campos Galván, no nada más por el desmesurado aumento al predial que pretende sin justificación alguna y que golpearía a los causantes que sí pagamos ese impuesto, sino también por ser un gobierno corrupto, trampolín de su proyecto personal de poder y de simulación en más de un sentido: basta señalar que nunca como ahora la criminalidad en el centro de la ciudad ha crecido, superando índices anteriores, al alimón de presumir su escudo y su tanqueta destartalada, la Marumamba.

El gobierno municipal actual, más allá de lo que propala a través de Facebook e Instagram, es, como dijo Corral cuando todavía pensaba en serio el fenómeno de la corrupción, “el refugio del duartismo”, un gobierno fincado en los moches, particularmente entre las empresas que ahora dicen apoyarla a través de sus órganos corporativos para paliar sus aportes y cuotas ilícitas. A su tiempo se dará a conocer un muestreo a este respecto. 

No se gobierna para la comunidad, se emplea la institución para un proyecto mayor, demostrando que la señorita Campos Galván sólo hace política desde el poder, aunque presuma su religiosa filantropía de los dientes para afuera. Mujer de nómina en su partido, diputada federal que avaló el golpe de 2006 contra el ahora presidente electo, desde donde trabó conexión con la derecha calderonista que hoy está detrás del proyecto Altosano. Funcionaria federal, diputada local, alcaldesa, son el catálogo de algunos de sus cargos, que ya denotan que le gusta sobradamente vivir de la cosa pública, quizá bajo el lema de “El Tlacuache” Garizurieta: “Vivir fuera del presupuesto es vivir en el error”. 

Que tiene derecho a aspirar a más no lo pongo en duda, lo que cuestiono es que   aproveche la representación que tiene para escalar, soportada ahora en un proyecto de ultraderecha que, como se dijo en los años treinta del siglo pasado, no ha de pasar. 

Pero las cosas no acontecen como por ensalmo, hay que empujar y sudar para que sucedan. Por eso propongo que pasemos a formar una comuna que ponga las cosas en su debida dimensión y lugar.