Frente a la violencia, padecemos un estado miserable
Son presupuestos básicos del sistema democrático y el estado de Derecho: 1) proteger la vida de las personas y 2) garantizar la seguridad ciudadana de la población. Cuando eso falla o está ausente, todo lo demás prácticamente sale sobrando, porque el terror y la muerte se apoderan del espacio público.
Ya vamos para veinte años de violencia que azota al país y un déficit que se ahonda todos los días de ausencia de soluciones y alternativas para lograr la única paz, con dignidad, que merece nuestro país y que debe provenir del Estado.
Pareciera que vivimos en un estado de naturaleza, de todos contra todos, en el que impera la ley de la selva y que nadie está seguro de preservar su vida porque no hay condiciones de perdurabilidad de ese altísimo derecho. Esto, ante un quiebre mayor, significa allanarle el camino a la barbarie y la dictadura.
Se han acuñado diversos conceptos: Estado vacío, ausente, fallido, sin alternativa; y la lista podría engordar inútilmente si realmente no hay un viraje, fundado en los intereses de la gente y en el absoluto respeto a los derechos humanos para estructurar una solución de fondo que ponga fin al crimen organizado, el narcotráfico, el trasiego de armas, el lavado de dinero, la colusión y diversos modus operandi que convierten a los gobiernos en caricaturas dóciles frente al poderío de fuego de los criminales.
Pareciera que hay un desiderátum imperial, soportado en la incurría o interés de los gobiernos que hemos padecido, por desangrar al país y convertirlo en débil pedacería para jugar con él al gusto de los poderosos.
Se requieren soluciones de fondo y el año 2018 debe ser oportunidad para deliberar sobre soluciones y despojarnos del lastres que hasta ahora ha significado, al frente de la república, el PRI y el PAN, este último aliado al partido de la claudicación de la izquierda: el PRD.
Antes aquí en Chihuahua se pensaban cosas como estas: la violencia está en el estado de Guerrero, la violencia nos es ajena, no se trata de un delincuente “muerto” sino de un delincuente menos. Pero cuando uno ve que todos los días hay muertos por ejecución –en las últimas horas y en diversos puntos del estado se cuentan 14 decesos de esta naturaleza– es que ha llegado la hora de que la sociedad le reclame a los gobernantes su inutilidad para resolver lo esencial en el marco del estado democrático de derecho.
La insistencia, en esta entrega, en los conceptos de “Estado democrático”, “de derecho” y “seguridad ciudadana”, significan que la paz debe llegar a través de esas vías regias y no de cualquier manera, y menos como proponen los preconizadores de la Ley de Seguridad Interior.
Debemos estar claros que no cualquier medio es válido. Es falso entronizar una política que se base en la máxima “gato blanco, gato negro: lo importante es que cace ratones”. O como lo dijo José Bergamín: “el Estado no se puede comer a los caníbales”.