A lo largo de la brevísima campaña por la alcaldía del municipio de Chihuahua, se han escuchado cualquier cantidad de dislates, algunos que no tienen el más mínimo sustento constitucional. Empecemos por la propuesta del independiente Enrique Terrazas, quien ofrece a Javier Mesta como su futuro “jefe de gabinete”. Como se sabe, tiempo atrás ambos riñeron por la candidatura única que a la postre se concretó en la persona de Terrazas Seyffert y se dijeron tal cantidad de denuestos que se duda que pueda tener el lugar protagónico que hoy se oferta en la publicidad; pero esto sin duda es una apreciación más que subjetiva.
Lo que sí está fuera de duda es que la figura de “jefe de gabinete” no existe por ningún lado, ya que el artículo 115 constitucional, la Constitución del Estado y el propio Código Municipal establecen una estructura totalmente diversa a la que se sugiere y que, en todo caso, de llegar a ser, tendría que pasar por un largo proceso de reforma legislativa que no alcanzaría a cubrir los mermados dos años de periodo de gobierno que vienen a partir de octubre.
Pero es burocracia, y nada más. Como se sabe, el Cabildo es un cuerpo de gobierno colegiado que preside el alcalde y que técnicamente puede coordinar el secretario y que, además, está bajo la supervisión –cuando realmente funciona– del síndico, para que por encima de esas tres figuras con existencia legal haya un “jefe de gabinete”. ¿Qué no bastará con el alcalde? ¿A qué se dedicará entonces? La respuesta debiera ser contestada, en el caso que me ocupa, con el más riguroso sentido empresarial que el pretendiente seguramente establece en sus corporativos. Una oferta para aparecer novedoso, y nada más.
Contrasta, en apariencia, con la propuesta de Lucía Chavira, del PRI, que anda propalando la idea de nombrar un “gerente de la ciudad”, casi casi para no quedarse atrás en materia de “innovación”; pero los mismos argumentos que sostengo para el nombre del linaje centenario, valen para la plebeya.
Eso de ir mucho a El Paso, Texas, los hace pensar en un Mayor.
Quizá la señorita María Eugenia Campos no se ha metido en estos terrenos, pero su propuesta de darle un presupuesto de 20 millones de pesos anuales a los empresarios de la FECHAC, la convierte sin duda en la Robin Hood de los ricos, porque asaltaría a los pobres para beneficiar a los poderosos. ¿Qué necesidad? Para la comunidad, ninguna, pero ahora de lo que se trata es de obtener al máximo el beneficio empresarial para un triunfo electoral y luego gobernar en favor del privilegio. Aquí la despensa es mayúscula, y no precisamente para los que tienen hambre.
Ahí hay cosas de fondo, aunque el proceso electora se perdió, insisto, en denuestos y en reventar campañas negras de unos contra los otros. Sin duda es un estilo paupérrimo de hacer política y una fuente inocultable del por qué los electores se ausentan de las urnas.