Cuando se haga la historia de estos aciagos años chihuahuenses, seguramente encontraremos una respuesta: si Emilio Gamboa Patrón movió todas las teclas hace diez años para convertir a César Duarte en gobernador de Chihuahua, ahora viene en calidad marginal a defenderlo. Así acostumbran los priístas que hacen de la política un simple estilo mafioso y evitar dar la apariencia de que no se protegen los unos a los otros. Si como dicen los priístas, que en su hacer no hay nada casual, es probable que Emilio Gamboa Patrón haya llegado a Chihuahua el miércoles de la semana que concluye, deliberadamente tarde. Así se mostró paradójicamente, diciendo que al cacique local se le ha vendido mal y por eso hay un error de percepción de su gestión gubernamental; pero llegó tarde, y vendedor que así actúa, simplemente es un pésimo vendedor, en este caso deliberadamente.
Y es que por más que se quiera, hay productos de imposible comercialización, y el sexenio que está por concluir es uno de esos artículos que se van rezagando en las góndolas, sea porque los consumidores pasan de largo por ellos, o de plano se tomen la molestia de ocultarlos para que otros no vayan a cometer el desatino de adquirir productos caducos y de mala calidad. El potentado y corrupto Gamboa nos viene con el cuento de que el problema de Duarte es exclusivamente de percepción, como queriendo meter a los chihuahuenses en una problematización filosófica o mercadológica. En realidad se trata de una argucia de mal gusto porque insinúa –y más que insinuar lo dice abiertamente– que lo realizado está bien hecho, pero no se le ha explicado debidamente a los ciudadanos una obra de la que él se ha percatado en más de 50 visitas que ha hecho a la entidad y que buena parte de ellas ha consistido en zopilotear el solar norteño.
Dice un principio del empirismo burdo, que ser es ser percibido. Pues ese es el drama de César Duarte, existe tal y como se le percibe: arrogante, soberbio, autoritario, sobrado, ineficiente, vengativo, corrupto e impune. Es el gobernador, además, que hipotecó el destino de los chihuahuenses y por eso será castigado en las urnas. De Gamboa qué se podría esperar; nada en el PRI, porque la receta llega tardía. Lo que pudo haber sido ya no fue, a menos de que piense que en estas semanas que le faltan alguien le escriba una obra de Plutarco y lo coloque en la heroicidad, que a estas alturas en Balleza ya no suena ni a chiste pronunciado al pie de un poste de las orillas del poblado.
Vino el político yucateco a ofrecerle el voto de 55 senadores a Serrano, que por cierto pues votan en muy diversas localidades de la república. Parece que estamos en una fiebre de ver qué gente de fuera viene a recomendar a los de aquí, y realmente, en el caso que me ocupa, es muy difícil que un gángster, descomunalmente corrupto y corruptor, pueda venir a dar avales, que además nadie sensatamente le pidió y que él, con su negligencia, hasta los expide llegando tarde, intencionalmente tarde, a mi juicio.
En muy buena medida, César Duarte es una hechura de Gamboa. Es más, lo mandó acá para hacerlo su socio en corruptelas que tarde que temprano se sabrán a detalle. En la Cámara de Senadores, de la que Gamboa forma parte actualmente, se ve periódicamente llegar, al mismo Duarte, con maletines en los que seguramente van muchas fajillas de billete de alta denominación. Seguramente billete verde, porque libera más pago y hace menos bulto. Esa es la historia que se develará más adelante.
Leyendo entre líneas la entrevista que se le hizo, la demagogia no le alcanzó, y en la realidad vino a confesar que el PRI pasa por mal momento, que no la tiene fácil. Para él es un problema de “mal humor” electoral, frase que se ha ido posicionando para referirse, con lenidad, a un problema mucho más complejo y que es el hartazgo en el que va naufragando un país con tantas posibilidades como México, y por la responsabilidad de timoneles que van en los sótanos de la aceptación popular, como Peña Nieto y su émulo chihuahuense, César Duarte.
Finalmente, el yucateco dice que le ha hecho de todo y que lo único que probablemente le falte es ser bombero. Y aquí no tengo mayores discrepancias con él porque, en efecto, si ya fue boticario con la bendición del cielo y protector de pederastas, qué más le puede faltar.
Lástima ajena.