Entre Madero, Maru y la Caraveo
Revisando el tráfico que tiene mi cuenta de Facebook me he encontrado con tres cosas: algunos me preguntan por qué no hablo del PAN; otros me reconvinieron por recordarle a María Eugenia Campos Galván sus olvidos importantes, y otro más mis cuestionamientos recientes a Victoria Caraveo.
Empiezo por el primer punto: mis críticas abarcan el quehacer político de todos los partidos, pero como es obvio, tengo prioridades, propias de la lectura política que tengo de la realidad y que, desde luego, se puede coincidir o no con ellas. Hace unos cuantos días escribí sobre el malogrado Frente por la Unidad Chihuahuense y advertí de lo valioso de esa iniciativa y de los nulos esfuerzos que hizo el PAN para lograrlo, lo que ocasiona que la lucha contra la tiranía duartista que se quiere prolongar con Serrano, no tan solo descarta la participación de muchos que podrían ubicarse en una trinchera de ese corte dentro de una plataforma electoral, y aquí hablo de miembros y simpatizantes de otros partidos, y de gente sin partido. Quizá dicho planteamiento no se vea como “escribir del PAN”, pero me pregunto: ¿no es acaso una crítica puntual a un político como Gustavo Madero, que sólo vino a alborotar la gallera para luego retirarse plácidamente después de su desempeño al interior del PAN? Pero esta columna no se engaña, la tarea del día en esta coyuntura en Chihuahua es derrotar al duartismo por todas las vías posibles, y la electoral es una de ellas, en la que no estoy porque no tengo partido, pero sí ocupo una trinchera desinteresada de la búsqueda de cargos, sean o no de elección popular.
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De Campos Galván, la reconvención que se me formuló en parte me dio la razón. La aspirante a presidir el municipio de Chihuahua emitió un promocional en el que indica cinco cosas que “se deben saber” de ella, y la quinta radica en que le gustan los tacos al pastor. Me limité a señalar que faltaba una sexta cosa: su intolerancia por una agenda que tiene que ver con interrupción legal del embarazo, matrimonio igualitario y eutanasia. La aireada respuesta que me dio un lector fue en forma de interrogante al considerar que si discrepar conmigo equivaldría a ser intolerante; además de esto, dice, le provoqué decepción. Ni modo. Pero no cuestionó que ese sexto punto es verdaderamente relevante, porque nos habla de la calidad de demócrata o de respetuosa del Estado de derecho de quien pretende un cargo, ocultando una agenda mucho más importante que el gusto por comer carne, cebolla, chile y piña arrancada de un trompo. Para mí el tema es menos abstracto y lo sintetizo con una opinión emitida hace ya algunos años por un obispo católico auxiliar de Madrid, España; hablo de monseñor Iniesta. Dijo el prelado: “Mi conciencia rechaza el aborto totalmente, pero mi conciencia no rechaza la posibilidad de que la ley deje de considerarlo un hecho delictivo”. Podría recordar también -no lo haré- palabras más precisas del católico presidente francés Valéry Giscard d’Estaing. Aquí el tema es de fondo: el gobernante, el que sea, no va a llegar al cargo a imponer sus convicciones, sino a realizar su obra con la ley en la mano. Y aquí en México está permitida por la ley la interrupción legal del embarazo, y además la no discriminación con motivo del matrimonio entre personas del mismo sexo. La eutanasia se va abriendo paso, poco a poco, y llegará. Incluso teólogos muy importantes dentro del catolicismo la empiezan a avalar con fuerza y argumentos. Que a Maru le gusten los tacos, a todos nos tiene sin cuidado.
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Por último, no hago una crítica dictada por la oportunidad en relación a la señora Victoria Caraveo. Aquí, por respuesta, simplemente reproduzco lo que dije en no pocas ocasiones en la prensa y cuyas opiniones se recogen en mi libro La persistencia de la memoria (Ediciones del Azar, 2008): “A Caraveo Vallina le tocó, a nivel personal, colocarse frente a un dilema: continuar trabajando en los espacios de la libertad civil, ciertamente difíciles y abnegados, o pasarse con todo y bártulos al edificio de enfrente: el gobierno y el estado, para ocuparse de acciones más holgadas a través de la función pública. (…) Si pensó que iba a hacer un papel congruente con esa presencia, otra vez el personalismo del Ejecutivo se interpuso, marcando al Instituto (Chihuahuense de la Mujer) con la misma actitud facciosa que lo caracteriza. (…) En los hechos, la flamante funcionaria pasó a desempeñar el cargo de ministerio público con sus antiguas compañeras de causa. No importó el género: ella está a la diestra del Chito Solís, como la custodia de la buena fama de Ciudad Juárez. Confundiendo su función con la de promotora del turismo”.
Hay más, pero con esto demuestro que desde el lejano 2003, en pleno patriciato, me formé una opinión de la hoy candidata, advirtiendo que es afecta a portar trajes de diversas índole. Tengo para mí que la señora sí fue agente de Patricio Martínez García. Hechos, nada más.
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No puedo dar respuesta a cuantos comenten lo que yo digo a través de esta vía, pero estas tres cosas me parecieron pertinentes o ilustrativas para el debate.