No haremos obra perdurable 

No tenemos de la mosca la voluntad tenaz

—Renato Leduc


Aunque Leduc, el Gran jefe Pluma Blanca, inició uno de sus poemas con los versos que sirven de epígrafe a este texto y además con una finalidad eminentemente erótica, quiero decir que la aprovecho para lanzarlo pero con signos de interrogación. Es, por tanto, una pregunta abierta y además política. Inicio con breve historia: el pasado 17 de diciembre de 2015 un grupo de ciudadanos encabezados por Víctor Quintana, Javier Corral Jurado, Alma Gómez, Gustavo Madero, Blanca Gámez, Lucha Castro y Gabino Gómez y en el que me incluyo, convocamos a la pertinente y oportuna creación del Frente por la Unidad Democrática de Chihuahua. Recapitulando el contenido esencial del documento que se presentó, encontramos precisiones y propuestas de la mayor importancia:

La persistente exclusión social; el malestar con la política y el sistema de partidos y el debilitamiento del sistema de representación. Observo que ambos aspectos llevan implícita la sugerencia de generar una alternativa de centro-izquierda que aprovecharía la gran oportunidad de reemprender la lucha por el rescate de los fundamentos esenciales de la democracia y de recuperar para todos los chihuahuenses el gobierno del estado. En ese orden de ideas, se expuso ir en pos de un nuevo proyecto democratizador, respaldado por la unidad de todas las fuerzas democráticas en la entidad, cimentado en el más amplio frente político y social. Como método se propuso iniciar un diálogo de carácter plural que trabaje para organizar un frente amplio, que si bien se pensó más allá de la convergencia entre partidos políticos opositores, presuponía un trabajo sostenido para sumar, con todas las dificultades del caso, al PRD, a Movimiento Ciudadano y a MORENA. El anhelo, de ninguna manera menor, era desembocar en octubre de este año en un gobierno de la unidad chihuahuense, honesto como arco de bóveda, para dar un gran viraje a la corrupción imperante. Obvio que había que encontrar una candidatura para esta gran unidad.

¿Qué ha pasado de diciembre a este momento? Por lo que se refiere a las potencialidades de los partidos que pudieran jugar el rol apuntado (subrayemos el papel central de los mismos, porque de lo que estamos hablando es de un proceso electoral general), esto se malogró. Todo apunta a que finalmente cada uno irá por su rumbo. Al momento del pronunciamiento, no tuvimos claridad sobre el surgimiento de los independientes y, no sin pericia, emergió hacia fines de diciembre el ultraconservador José Luis Barraza como aspirante a la gubernatura, con un discurso francamente antipolítico, antipartidos, con muchos recursos económicos de su padrinazgo. Hubo necesidad de hacer un deslinde inmediato con las firmas de los que calzamos el documento de convocatoria del Frente: “…ni compartimos, ni es parte de nuestro proyecto, ni existe la intención de apoyar la candidatura independiente del Sr. José Luis Barraza (…) no creemos que esa específica candidatura represente los anhelos de justicia y libertad, inclusión social y combate a la corrupción política y a la desigualdad social, que hoy exigen los ciudadanos de nuestro estado”. Se actuó con puntualidad y se precisó lo indeludible. Pero en lo colectivo prácticamente no hicimos más y desaparecimos de la escena pública; y hoy, al hacer el balance, vemos que las posibilidades en lo político partidario se han esfumado, que la construcción del Frente por la Unidad Democrática está en riesgo, a menos de que se piense que a partir únicamente del PAN sea factible edificarlo. Javier Félix Muñoz, también impulsor del Frente, se ha decantado por abanderar un proyecto propio con MORENA.

Tengo para mí que el balance arroja, indubitablemente, que iniciamos con premisas justas, pero no tuvimos la tenacidad para inferir la conclusión obligada, y hoy la escena nos dice, en contraste, que el bloque del PRI, más PT, Verde y Panal, decidieron apretar el puño y unificar esfuerzos. Además no pierden el tiempo y todo el tinglado de gobierno, medios, finanzas, iglesias, corporaciones, actúan todos los días de manera soterrada pero no menos eficaz a sus propósitos autoritarios. Cuentan en su favor con un sólido apoyo empresarial, entre ellos el de algunos barones del capital, que antes que principios tienen intereses y no están dispuestos a ponerlos en riesgo. Además habrá dos candidaturas, la de MC y PRD, que jugarán de manera inequívoca el deplorable papel de esquiroles, con dedicatoria muy especial en contra del PAN. Todavía falta que se abra el capítulo del Partido Encuentro Social y puede haber sorpresas al respecto. La candidatura de Barraza González, a su vez, será sistémica y además proclive a una variedad de antipolítica realmente riesgosa para el futuro democrático del país.

No quiero dejar de señalar que en todo esto juega algún papel (no electoral en estricto rigor) Unión Ciudadana y su gran lucha, su gran capital político, contra la corrupción del duartismo. Pero es obvio que desde su fundación a este momento su vocación declarada y su práctica van en dirección de un proyecto que habrá de converger enmedio de la pluralidad con quienes le han puesto el acento a la lucha contra la corrupción y la impunidad. Pero no se puede hacer esta afirmación general por lo que se refiere al Partido Acción Nacional y gran parte de sus adherentes fundamentales, incluidas candidaturas previsibles a otros cargos. Recordemos que la corrupción de César Duarte creció exponencialmente a ciencia y paciencia de este partido, de su actuación en la escena pública, de su deplorable papel en la legislatura actual, de la complicidad de alcaldes del tipo de Jaime Beltrán del Río.

Así las cosas, la construcción de un Frente como el escogido para dar la batalla en 2016 –incluso trascendiendo la convergencia entre partidos opositores– se ve como agua que ni siquiera alcanzó a pasar por abajo del puente. ¿No haremos obra perdurable? Es probable, porque no tenemos la tenacidad leduquiana.

En 2004, cuando se construyó la coalición Todos somos Chihuahua, escribí un texto pretendiendo darle contenido a la misma y entonces hablé del compromiso histórico por la democracia. Tienen vigencia algunos de sus enfoques primordiales, pero al recordarlos me sorprende que se avanza y se retrocede, más esto último que lo primero, pues hoy no hay el mismo músculo y voluntad de los partidos para luchar por los objetivos que estarían atrás del Frente, que postulado en diciembre y cambiando lo que haya que cambiar, prácticamente son los mismos. Estamos ante el riesgo de la división y atomización del voto, ventaja indiscutible del PRI y sus socios.

Todavía no se escribe el punto final de la iniciativa que comento. Hay una izquierda social, a su vez, que puede ser una reserva muy importante, pero es rejega en general a los partidos, más cuando las etiquetas ya están definidas, como en el caso que me ocupa. En esta izquierda están, por ejemplo, las organizaciones de la sociedad que manejan una baraja muy amplia por los derechos humanos, la equidad, las luchas agrarias, ambientalistas, por el agua, la vivienda, la agenda étnica. ¿Se podrá concretar el propósito frentista –es lo único que queda– a partir de la idea de un futuro gobierno de coalición? Razonablemente, ¿se puede hoy pensar que esto fragüe en los confines del PAN actual de Chihuahua? El proyecto, los valores que alientan las ideas del Frente ahí están, son vigentes, esto no se cuestiona. Sin duda es una empresa mayor al rumbo que han tomado las decisiones. No lo sé de cierto, lo que no veo es ni la persistencia ni la terquedad que se requiere para lograrlo. La propuesta de gobierno de coalición le daría trascendencia a la agenda que reseñó el Frente, pero de nueva cuenta los obstáculos hacia allá parecen más que los estímulos. Hinchan las velas de estas notas el optimismo de la voluntad.

5 febrero 2016