La corrupción y la proverbial impunidad que se abate sobre el país es una característica que ya parece connatural al Estado mexicano. La novedad de la coyuntura que vivimos es la gran visibilidad que ha alcanzado, tanto dentro como fuera de nuestro país. Una debilidad estructural de México en el entorno de la globalidad es la carencia de un Estado de derecho, lo que lo afecta de muchas maneras pero en el ámbito de las relaciones internacionales la poca confianza de que goza el país y, por lo que se refiere a los capitalistas, la poca certidumbre que tienen a la hora de decidir invertir en la república. Desde luego que estos últimos las más de las veces están en el engranaje de la corrupción a la que ven como un lubricante para encarar toda la tramitología, contribuyendo de paso a postergar la existencia de un Estado ajustado a la ley.
Tan palpita en la coyuntura el tema de la corrupción que el respetado Instituto Mexicano para la Competitividad AC, acaba de publicar un informe sobre esta materia, donde habla contundentemente sobre este cáncer que invade al país. Se trata del “Índice de Competitividad Internacional 2015, La corrupción en México: Transamos y no avanzamos”. Es elocuente la frase “transamos y no avanzamos”, que se coloca en las antípodas de la que ya parece una máxima de la vida nacional, cifrada en la divisa de que “el que no transa no avanza”. Pues bien, en el ranking que se consigna en ese informe el Índice es más que claro: de 43 países que se examinaron, México ocupa uno de los últimos lugares, el 36, muy distante de países como Suiza, Noruega y otros de Europa, pero también superado en la región por Chile, Brasil y Perú. El lugar de México sólo es mejor pero casi se hermana con lo que sucede en Argentina, la Rusia poscomunista, la Colombia después de la guerra contra el narco, y otros.
En realidad, México es huésped de los peores lugares en todos los informes serios que abordan el tema de la corrupción en general. El asunto no es nuevo, empero el aporte de IMCO subraya un índice de competitividad que deriva del atractivo que el país pueda tener, tanto para el talento y la inversión que detona oportunidades de desarrollo y prosperidad “para todos sus habitantes”, lo que es importante porque las más de las veces se piensa que la corrupción afecta a quienes están ligados directa y estrechamente a ella, dejando de percibir que nos afecta a todos, estemos donde estemos, precisamente porque obstaculiza un justo desarrollo y prosperidad compartido. Al hablar del Estado de derecho en particular, el lugar en el ranking es todavía más grave, pues del 36 se cae al 40, prácticamente al último lugar de los países sometidos a estudio.
IMCO contribuye con su informe de manera notable para que este fenómeno tan grave cobre visibilidad y además pase a ser un tema de agenda del más alto nivel, sobre todo en la coyuntura electoral que se abrirá el próximo año, cuando se elijan autoridades en prácticamente la mitad de las entidades del país, entre ellas Chihuahua, que hoy se distingue precisamente por padecer un gobierno profundamente corrupto del que forman parte César Duarte y Jaime Herrera Corral, esta último banquero y secretario de Hacienda, lo que lo coloca en un inocultable conflicto de interés.
Y ya que hablamos desde el balcón chihuahuense, en el mismo rubro de corrupción e impunidad es de resaltar una información cuya fuente es la propia Auditoría Superior de la Federación y que ha circulado a través de medios nacionales. Me referiré a ella precisamente para hablar de la cercanía del fenómeno y hacer conciencia de que las metástasis de esta malignidad están aquí, a la vuelta de la esquina.
La ASF difundió recientemente que de las 13 entidades que renovarán sus gobiernos en 2016, al menos 8 mandatarios dejarán sus estados con cuentas pendientes por saldar ante la PGR (Reforma, 23-nov-2015). Entre ellos está el gobierno de Chihuahua debido a las irregularidades detectadas en el manejo de recursos federales, denunciadas además por la propia entidad fiscalizadora. La ASF dio a conocer que el gobierno de César Duarte es el que tiene más indagatorias en su contra: ya suma 17 denuncias, presentadas entre el 3 y 22 de septiembre, por desvío de recursos del Fondo de Aportaciones para la Educación Básica y Normal (FAEB), correspondientes a las cuentas de inicios del cacicazgo local. Y qué bueno que esta información circuló precisamente cuando en un inútil viaje a París Duarte genera un lustre que lo hace candil de la calle (aunque no lo sea), pero oscuridad de su casa (que sí lo es).
Pero hay más. La Auditoría dice con todas sus letras que del FAEB se estaban pagando 31 maestros aviadores (más de 4 millones de pesos), independientemente de las comprobaciones que aportó. En todo caso, los desvíos por aclarar están a la orden del día. De la página de internet de la ASF, además, se desprende un dato que no se puede perder de vista: Chihuahua está en el lugar 22 de 33 entidades federativas, es decir, en uno de los últimos sitiales, por lo que se refiere al importante Índice de Desempeño en el rubro de Gestión del Gasto Federalizado. Estamos muy lejos de Querétaro, que ocupa el primer lugar, y muy cerca de Michoacán, el último; además, hagámonos cargo de que ninguna entidad alcanza una calificación de 100, que es el tope máximo.
Lo hemos dicho y los refrendamos: así como México está entre los países más corruptos, dentro del país Chihuahua está prácticamente en los sótanos. Por eso en la conciencia colectiva, aunque no se exprese de la manera que quisiéramos, la lucha de Unión Ciudadana tiene un gran sentido por su pertinencia de oportunidad en el combate de una lacra, pero también notable arraigo. En los mecanismos de control de daños que el PRI está vertebrando para el año electoral entrante, está precisamente el decorar la actividad del gobierno con viajes a otros países, diplomas inmerecidos, certificaciones pagadas a modo, y tantas y tantas medidas con las que se presumen primeros lugares que sólo están en la desequilibrada mente de quien tiene el poder en Chihuahua, pero que sin duda ya se ha convertido en un estorbo para todos. El drama de este político es que donde más estorba es precisamente entre sus correligionarios.
Como colofón de este texto consigno que hemos logrado, desde estas tierras, darle una visibilidad a la corrupción que ha alcanzado el rango de primordial punto en la agenda ciudadana, por más que esto parezca intrascendente para los partidos opositores que albergan exclusivamente interesados proyectos de poder; así, de poder a secas.
26 noviembre 2015