La práctica común y corriente de sumarse de manera involuntaria, gracias al acopio de opiniones que realiza un medio de información, al “reconocimiento” de algún político con el que se ha convivido en sociedad –económica, por supuesto– no es nada nuevo, y sí, por ahora, muy risible y vergonzoso. Tal es el caso de las voces que recoge hoy El Heraldo de Chihuahua del ronco pecho de los empresarios que agradecen, como si fuera suyo, el premio que le entregó a Javier Garfio la revista Alcaldes de México, un galardón que esta entrega anualmente a ciertos escogidos en ocasión del aniversario de dicho rotativo con sede en la capital del país, allá donde se nota que los periodistas de ese medio desconocen el palpitar ciudadano de los municipios que palomean.
Es como si la revista Todo es Política, cuya propiedad mantuvo Héctor Ochoa Moreno mientras se autovendía publicidad siendo el coordinador de comunicación social de Garfio Pacheco, se inventara un premio cada que cumple años y le entregara un galardón a su patrón y a los amigos de éste.
Cosa curiosa, otros medios afines al duartista Garfio Pacheco trataron de sacarle brillo al agasajado, poniendo en la mira de sus lectores los supuestos niveles óptimos que calificadoras internacionales le han otorgado anteriormente al municipio (sospecha personal es que en eso se basaron los directivos de Alcaldes de México, que en su nombre lleva el pecado del individualismo, para premiar a Garfio). Son los mismos medios y son los mismos empresarios que no han dicho esta boca es mía cuando calificadoras internacionales han decretado “conflictos de interés” en las sucias maniobras para hacer de Unión Progreso un banco mayor con la participación directa y corrupta de funcionarios públicos, léase César Duarte, Jaime Herrera y el hoy flamante diputado federal, Carlos Hermosillo.
Por cierto, uno de los que habló durante el sexto aniversario de la mencionada revista premióloga fue Renato Sales Heredia, Comisionado Nacional de Seguridad, quien, pena ajena aparte, dijo: “Todos los alcaldes que son reconocidos esta noche destacan por impulsar, de manera decidida, proyectos que están transformando la realidad cotidiana de sus habitantes”.
A final de cuentas, el verdadero reconocimiento, si es que se lo merecen los gobernantes en general, es del pueblo, de los chihuahuenses en este caso. Un gobierno sin legitimidad y desaprobado cotidianamente por los ciudadanos que han padecido sus desastres urbanos, políticos y económicos no puede autonombrarse, ni por terceros, exitoso. Eso sólo lo hacen los lambiscones.