Hoy da inicio el seminario regional Derechos Humanos y Administración Pública a la Luz de los Nuevos Principios Constitucionales, en un hotel llamado Soberano y al parecer actualmente autárquico, desde luego con la presencia del cacique César Duarte y con la asistencia del director general de Política Pública de Derechos Humanos de la Secretaría de Gobernación, Ricardo Sepúlveda, un gris personaje que lo mismo sirvió en ese cargo al presidente Vicente Fox que al actual Enrique Peña Nieto.

El convocante aparente es el Instituto Chihuahuense de Administración, ausente de la vida pública, porque no se le ve para nada importancia alguna en la vida cívica o académica y que se autoestima como una sucursal del Instituto Nacional de Administración Pública, que por cierto también padece un rezago si lo comparamos contra organizaciones de consolidado prestigio, como el CIDE, para no abundar con otros botones de muestra.

Si usted pensó que José Luis Armendáriz, presidente de la Comisión Estatal de Derechos Humanos anda en todo esto, acertó, cuenta habida de que esta institución es infaltable en todo lo que tenga que ver con cosmetología del cacicazgo chihuahuense y servicios de contrabando al PRI. Sí, al PRI, porque para nadie es desconocido en el ámbito de la política que es Juan Ramón Flores el que está detrás del tinglado, que juega a la politiquería en el proceso actual de confrontación por la gubernatura chihuahuense y que –¡qué deplorable!– ahora tome a los derechos humanos como un pretexto, instrumento y herramienta oportunista para ubicarse en el muy rentable tema de los derechos humanos, cuando ha sido él quien los ha tenido a la vista, pero únicamente para agredirlos, impedir su ejercicio, restárselos a quienes tienen genuina necesidad de interponerlos ante el abuso del poder aquí en el estado.

Aunque regionalmente esta historia se conoce, tiene pertinencia recapitularla hoy. El “derechohumanista” Juan Ramón Flores ha estado ligado de tiempo atrás a la corrupción duartista y en su desgobierno fue coordinador de Comunicación Social, en una de las etapas más negras del derecho humano a la libertad de expresión. Él, cartera en mano, no olvidemos que Chihuahua se colocó en el segundo lugar nacional en gastos generados por el pago y la compra de los medios, con dos características: por un lado para aniquilar la libertad a la información, y por otro cubrir de “gloria” a su entonces jefe Duarte, al que rindió durante años culto muy similar al que se prodiga a los dictadores y a los tiranos totalitarios. La estancia de Juan Ramón Flores en la oficina mencionada se caracterizó, además, por el trato discriminatorio frente a periodistas que manejaban un modesto rango de libertad; la bolsa siempre estuvo abierta para pagarle a los que venden su pluma, aceptan la censura, practican de manera sin igual la autocensura y lucen, en apariencia invisible, esa mordaza de oro que tiene postrada a la sociedad chihuahuense en el atraso informativo en torno a la tiranía que sufrimos en estas tierras, de corrupción desbordada.

Pero como el cinismo, cuando se practica como una especie de padecimiento genético, no tiene límites, ahora Juan Ramón Flores se está promoviendo y ha tomado la bandera de los derechos humanos para reconvertir su dañada personalidad en algo más potable. Pero hay aguas tan sucias que ya nada las limpia, y es su caso, grave ahora, por convertir el derechohumanismo en un ropaje para reaparecer en una sociedad como la chihuahuense que lo recuerda –y lo recuerda bien– precisamente por ser violador del derecho humano a la libertad de expresión y a una sociedad bien informada, sin la cual, como es sabido, no hay democracia posible. Tanto es así que en su tiempo preconizó el convertir al gremio periodístico en una especie de estamento privilegiado, bochornosamente, en muchos casos, con el concurso de no pocos comunicadores cuyos nombres figuran en tinta negra en la nómina gubernamental. Les ofreció construirles un domicilio social (seguramente con bar anexo), pagarles un seguro por el riesgo que implica el ejercicio de esta profesión, pero jamás se pronunció ante los homicidios de periodistas que registra la historia de Chihuahua a lo largo del cacicazgo actual. Ese es el hombre que hoy orquestará, con ruines mecanismos de publirrelacionismo, un evento al que se suman como coro el personaje con camiseta de dos vistas que envió la Secretaría de Gobernación, el inefable José Luis Armendáriz y hasta los que andan en búsqueda de sustituir al cacique ballezano.

Apuntemos un agravio más: la perversión de la Comisión Estatal de los Derechos Humanos al convertirla en prestadora de favores políticos.

Finalmente, para que se dé debida cuenta del interés de Juan Ramón Flores sobre los derechos humanos, observe meticulosamente este video que tomamos en préstamo de La Opción, en el que al antiguo censor duartista le vale poco menos que un comino el evento mismo. Él anda en otras cosas.

 

https://www.youtube.com/watch?v=3eTgkXBy5uE