Hace unos cuantos días, y por una necesidad ineludible, estuve en las oficinas del ahora Tribunal Superior de Justicia del Estado de Chihuahua. Al llegar, justo en el arco de detección de metales y registro de ingreso, el personal entregaba un díptico invitando a un evento denominado “Mujer en libertad”, organizado por la Central Mexicana de Servicios Generales de Alcohólicos Anónimos AC, violatorio al principio de la república laica establecido en la Constitución General de la República. En dicho díptico se desglosan los eventos que se celebrarán en dos días y en seis mesas, y aunque no se dice el lugar donde se realizará, es de suponer que no será en un espacio público. En el desglose de las actividades, al hablar de los temas y los ponentes, se encuentra la presencia del presbítero César Octavio Araiza Carrera. Que quede claro, reconozco el papel que juega AA, pero es alto el precio de que su publicidad, con inocultable orientación religiosa, se despliegue con el favor de funcionarios públicos y en las propias oficinas, en este caso del Tribunal que preside el usurpador Miguel Salcido.
Otro hecho extraño: el 2 de abril de este año, en El Heraldo de Chihuahua se informó de un robo en el Departamento de Control y Análisis de la Secretaría de Gobierno. La nota destacó que investigaban al personal, ya que ni las cerraduras ni las puertas fueron forzadas, en obvia referencia a que los ladrones son de adentro. Después de esa publicación sobrevino la actualización del apotegma de la alta burocracia: “Nadie sabe, nadie supo”. Por lo cual es dable conjeturar: ¿los agentes de la burbuja del cacique?, ¿Raymundo Romero?, ¿los herederos, sucesores de Juan Ramón Flores?, ¿o todos juntos? Quién lo sabe.
Extrañas cosas en las oficinas de gobierno.
Sergio Se(s)govia Sáenz, un gran chismoso
Breve: Sergio Segovia Sáenz, director de Unión Progreso y con algún cargo en el Banco Progreso de Chihuahua, de los corruptos César Duarte, Jaime Herrera Corral y Carlos Hermosillo, pasará a la historia de las instituciones crediticias del país como un gran precursor al convertir a un banco en seccional del PRI y en el primer violador, desde adentro, del secreto bancario, tan celosamente guardado cuando se trata de investigar a políticos y gobernantes corruptos. Por eso ya le llaman Sergio Sesgovia.