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El próximo lunes 18 de mayo, a las 11 de la mañana, Unión Ciudadana realizará la segunda barrida a la corrupción en Chihuahua. Será en el palacio de gobierno, símbolo arquitectónico del poder desde hace casi dos siglos. La acción tiene el propósito de ponerse en cercanía prácticamente inmediata o contigua a donde está ubicado ese cáncer que carcome a la sociedad chihuahuense y que representa escandalosamente César Duarte. Sabemos por experiencia propia que desde el momento mismo en que se interpuso la denuncia penal contra el ya mencionado, conjuntamente contra Jaime Herrera Corral y Carlos Hermosillo Arteaga, la respuesta ha sido la misma: una mezcla de agresión, violencia, difamación, provocación, amenazas, y cuánto pueda imaginar que puedan realizar quienes están usurpando las instituciones públicas de Chihuahua.

Para César Duarte quien disiente de su poder, quien discrepa y quien se le opone, pasa al lado oscuro de su visión y en automático queda incrustado en la clasificación de delincuente o proscrito. Las muestras más evidentes de esto se han dejado ver en los sucesos del 28 de febrero frente al palacio de gobierno y el pasado viernes 8 de mayo, donde lo que queda del poder en Chihuahua tuvo el rostro de La Negra Tomasa o de Reyna Arellanes, ambas provocadoras del PRI, prestas a agredir a cambio de canonjías y ofrecimiento explícito de impunidad. Señalamos estos precedentes para subrayar las formas de lucha empleadas por Unión Ciudadana y que tienen que ver con actos de resistencia y desobediencia civiles, instrumentos poderosísimos para sofocar el autoritarismo que padece la sociedad chihuahuense en medio de un hartazgo con las formas con las cuales se conduce la cosa pública.

Unión Ciudadana, al emprender el barrido de la corrupción, lo hace a la luz pública, consciente del mal que combate, pacífica porque no busca emplear ninguna forma de lucha vedada por la Constitución; al contrario, se ejercitan los derechos que la misma concede, de donde se desprende el esencial carácter de ser acciones no violentas. Pero dicho esto, se subraya que no por ello menos fuertes y contundentes. Quien piense que la resistencia o la desobediencia civiles son cosa sencilla y sin riesgos, está equivocado. Lo que se pretende es ver, mostrar, poner a la vista de todos quién defiente el Derecho y quién la sinrazón; quiénes tienen argumento y quiénes sólo acuden al expediente de la violencia intimidatoria, pero infecunda, porque a la sombra de ella no crecen bienes públicos para un sociedad que tanto los necesita.

Como en el pasado de la lucha anticorrupción de Chihuahua, en el presente y en el futuro, Unión Ciudadana va a desplegar sus banderas y a emprender una segunda barrida, probablemente de las muchas que haya. Y también probablemente se buscará de parte del poder acallar la protesta, pero no aniquilarla, porque este movimiento, generoso por esencia, sólo busca el bien para la totalidad de la sociedad, aún para aquellos que se regodean de vivir en la corrupción. Así las cosas, el próximo lunes estaremos barriendo el palacio de gobierno y responsabilizamos a César Horacio Duarte Jáquez de todo lo que pueda pasarle al contingente de Unión Ciudadana y a las personas específicas que lo componen. Sabemos de antemano que él se escuda en el lumpen, en las redes de la delincuencia y las pandillas de la ciudad de Chihuahua, para perpetrar sus grotescos actos. Es tan cobarde que no tiene ni el valor suficiente para emplear la fuerza pública con sentido proporcional y acogiéndose a protocolos para encarar una protesta pública. Su fuerte es la escuadra pandillesca. O dicho coloquialmente: a falta de huevos, blanquillos.