Los cúpulos del empresariado chihuahuense –Álvaro Madero Muñoz, Alberto Terrazas Seyffert, arriba; Eduardo Ramírez Balderrama y Francisco Santini Ramos, abajo– publicaron hoy un desplegado a económico cuarto de plana, dirigido a Enrique Peña Nieto y César Duarte Jáquez. Se trata de una publicación de compromiso, para que no digan, para ir acordes con los tiempos laudatorios propiciados desde el gobierno, y desde luego conservadoramente ahorrativo, cosa esta última que es prácticamente la única que se agradece. Nuestros empresarios inician hablando del polémico concepto del desarrollo regional. ¿Qué es?, ni los economistas ni dios lo saben. Luego pasan a subrayar el que a Chihuahua lo hayan seleccionado empresas de talla mundial, cervecera en este caso, cuando que la talla mundial ya se tenía desde antes, mucho antes. Luego innovan los sistemas tan queridos de los empresarios amantes de la certificación, para sobredimensionar la inversión de una cervecera en la región de Meoqui, con la salvedad de que en su comunicado el concepto Heineken alterna con otros dos de procedencia precolombina: el del “joven abuelo”, es decir Cuauhtémoc; y el del emperador azteca, Moctezuma (en realidad no sabemos si el primero o el segundo).

Por otro lado, se vuelve a la cantaleta de que pueden crecer nuevas empresas en el ramo de la proveeduría, es decir, la novísima invención del capitalista proveedor, servil, dependiente y todo lo que usted quiera agregarle.

Ya para finalizar, el desplegado toma un tono más apologético y lanza la idea de que las reformas estructurales fueron consideradas por la cervecera para venir a Chihuahua e iniciar operaciones, lo que nos hace pensar que son lentas en su desempeño porque esa empresa ya tiene un poco más de veinticinco años de querer instalarse a las orillas del río San Pedro. Por último, y ¡oh paradoja de estos neoliberales!, su deseo es que este tipo de anuncios sean más frecuentes. O sea, que los representantes del estado se conviertan en agentes de noticias de inversiones futuras. Qué chiquito ven al estado. Pero eso no nos extraña porque chiquito les gusta. Lo que sí llama poderosamente la atención es por qué ellos no se convierten en los agentes del esperado cambio, ellos que son los dueños del pueblo y que además tienen el control de los pequeños dirigentes que encabezan las cámaras comerciales e industriales. ¿No entenderán que esos anuncios no pueden ser tan frecuentes como para pensar –vaya despropósito– que algún día los Estados Unidos decidan cambiar la NASA a la zona del silencio?