A pesar del frío, el sol ha estado lo suficientemente fuerte como para dorar las píldoras que reparte el cacique estatal en forma de dádivas en municipios cercanos a su tierra natal. La fórmula es la misma y, aunque ya no engaña a muchos, las necesidades materiales de la población más vulnerable son tan sensibles que casi nadie ahí desprecia los regalos en forma de despensa, ropa gruesa, cobijas y hasta confitería, productos con los que, ahora sí, “estas familias podrán disfrutar de la época navideña”. Pero así es el duartismo que queremos borrar de la faz de la tierra chihuahuense, de una mequetrefismo proverbial que sólo da recetas de boticario impostor.
Si para las autoridades electorales y los partidos políticos duartistas estos actos de manipuleo son simples minucias, deslices sin importancia de un cacique que por su bigote se siente Pancho Villa y por su abdomen Santoclós, qué podemos esperar de quienes se están apuntando para una candidatura arropada por el PRI y sus satélites estatales que ven con buenos ojos este tipo de remiendos que no solucionan de fondo los problemas de la población.
Por supuesto al cacique lo acompaña, según las gráficas que difunde en su feis, su esposa Bertha Gómez de Duarte, del mismo modo que lo secundó en el Fideicomiso por 65 millones de pesos que crearon para “apoyar” al pobrecito (no es broma, según la calificadora Moody’s) Unión Progreso. Seguramente una cantidad menor, mucho menor, es la que destinó Duarte Jáquez del erario público para hacerse campaña de autodefensa, con la entrega de despensas y cobijas a la población mayoritariamente indígena.
Estas recetas, que caducan más pronto de lo que se piensa, se parecen mucho a las tarjetas Sin Hambre y Oportunidades que se entregaron en agosto pasado en Batopilas. La crónica periodística no pudo ser más ilustrativa: “Cientos de personas de etnias indígenas cruzaron ríos, arroyos y caminaron durante horas para acudir a la entrega de tarjetas…”. Saque usted cuentas y observe usted si eso es resolver problemas: ¿Cuántos bancos Bansefi y cuántas tiendas Diconsa existen en las comunidades indígenas para que los “beneficiados” con descuentos puede realizar sus compras y cobros económicos”.
Esa vez, las declaraciones de Delia Soto Payán, delegada en Chihuahua de Oportunidades de la Secretaría de Desarrollo Social, definieron la filosofía de la dádiva política: “El apoyo es para que alcance, para estirarlo, para comer, como lo prometió el presidente Peña Nieto, como lo ha apoyado el gobernador César Duarte”.
La lisonja, por lo que se ve, también es elástica, muy elástica.
El pueblo ignorante, no tiene memoria. Pensamos que el internet esta cambiando la forma de pensar y que haremos una revolución…pero no. Hay una brecha muy marcada entre la clase baja y la clase media, media-alta. En esa brecha, esta televisa y no hay internet; de ahí para abajo la demás gente, no sabe otra cosa que estar recogiendo las migajas de gobierno. Las migajas que le sobran de los impuestos de todos, incluso de la clase baja. Pero esa gente, desgraciadamente, es más.