Columna

Para los rebeldes que lo son

Vladimir Burich fue un poeta ruso nacido el año de 1932, en el seno de la sociedad soviética y en el inicio del despiadado totalitarismo de Stalin. Murió en 1994, siendo testigo de cómo un mundo pasó por crisis enormes, guerras y derrumbes políticos de impacto mundial.

Practicó el verso libre cuando emplearlo no era bien visto por los dictadores de la cultura.

No le fue bien cuando publicó este poema:

El mundo está colmado
de la gente de la posguerra
de los objetos de la posguerra

encontré entre las cartas
un pedazo de jabón de antes de la guerra
no sabía qué hacer
lavarme
llorar

La era antes de la guerra
La Atlántida hundida

Y nosotros
sobrevivimos de milagro

A decir de los que saben, “ahora es inofensivo”. ¿Será?

Vladimir Burich.

A mi me hizo reflexionar este otro poema que nos pinta una rebeldía que no es, sin filo, y me recordó que en México, mientras no haya una ciudadanía realmente insurgente, terminaremos siendo testigos de cómo a nuestro país le martillan los últimos clavos –faltan muy pocos– en su ataúd, dispuesto para liquidar las libertades que nos quedan.

Dice:

Toda nuestra rebeldía
es una forma encubierta de sosiego
nosotros mentimos
nosotros deseamos
que el clavo sea clavado
el globo ruede, la gota caiga.

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Tomado de Poetas rusos. El movimiento ligero de las sombras nocturnas. Introducción, selección, versiones y notas de Ludmila Biriukova. Editorial Universitaria UANL y La Otra. Primera edición, México, 2024.