
Entre los hunos y los hotros
Con el performance Alito-Noroña estamos perdiéndonos de ver realidades muy importantes a tomar en cuenta: en el caso de “Alito” Moreno, por su pertenencia a un partido decadente en el que ya muy pocos aceptan su liderazgo, casi de corte porfiriano, porque ya se autoprorrogó el mandato por varios años; en el caso de Noroña, por cómo encarna la soberbia obradorista, pero sobre todo por su carácter de simulador que se ha hecho evidente con sus propiedades millonarias, en especial su mansión con vista al Tepozteco, en el estado de Morelos.
Si uno lee con atención la Sombra del caudillo, de Martín Luis Guzmán, se percata de que los manotazos que se cruzaron en realidad son nada con los que emplearon los obregonistas y los callistas. Recordemos cómo les fue a los disidentes en Huitzilac, por el rumbo a Tres Marías, donde pereció, literalmente, un proyecto presidencial que los jefes militares más encumbrados no soportaron. Lo resolvieron a balazos y con varios funerales.
Cómo no recordar de esa novela la figura del diputado Axkaná, que quiso representar la conciencia de una revolución y hacer las veces del coro de la tragedia. El diputado fue emboscado y herido pero logró huir, salvar la vida y atestiguar tales acontecimientos.
De aquí que lo que sucedió durante la clausura de la Comisión Permanente del Congreso de la Unión no llegó ni a rasguños ni a leves hematomas. Lo más grave que sucede en este país es lo que no estamos viendo porque sólo se presta atención a estos incidentes, que siendo llamativos, no son lo más importante.
Eso me hizo recordar a Miguel de Unamuno cuando dijo, al borde y desarrollo galopante de la Guerra Civil Española de 1936, que “entre los hunos y los hotros están descuartizando a España”. Sin duda se trata de una inteligente expresión que denota el choque de dos abusos y la llegada de la cancelación de todo diálogo posible para entregarnos a la barbarie. No son pocos los autores que han resaltado que una “H” haya significado tanto.
Ese es el problema, que entre unos y otros, priistas y morenistas, al unísono, están descuartizando a México.
Una lección queda para Fernández Noroña: como todo bravucón de pueblo, al final se encontró su medicina. Pero es una medicina sui generis porque el veneno priista ahí está, adentro de ese muégano llamado MORENA.

