Andrea Chávez, salpicada por Adán Augusto
El morenista Adán Augusto López Hernández es como muchos otros políticos electos que no terminan sus periodos constitucionales y engrosa las filas de aquellos que se asumen “diferentes” con el gastado eslogan de “no somos iguales”.
Ni es diferente y es un agente del pasado… con marrullerías del pasado. El hoy senador por segunda ocasión tiene un origen priista en el que aprendió todas las artes de la nigromancia del viejo partido de Estado y que, en las sofisterías temporales inventados por el brujo mayor, su paisano tabasqueño, Andrés Manuel López Obrador, sigue aplicando en esa cháchara de su transformación falaz.
Y casi por extensión es poco o nada creíble que la también senadora por Chihuahua, Andrea Chávez Treviño, su ahijada política, digámoslo así, no tiene argumentos que se sostengan en la realidad para autonombrarse adalid de un “relevo generacional”, palabras que pertenecen más a lo retórico que a la sobriedad de una narrativa que cualquier político tiene derecho a construir, pero no a engañar.
La juarense puede adornar todo lo que quiera su discurso, pero sabe bien que la oquedad de su diatriba no corresponde a lo objetivo. No existe en ella un ápice intencional de alejarse de las viejas y anquilosadas prácticas de hacer política que les transmitió el PRI, a Adán Augusto por vocación y a ella como pedagogía de su protector, hoy sumido en el escándalo.
Esta inmanencia es la que la llevó a encabezar la porra de los senadores, voz en cuello, de “¡no estás solo!”, que dicho grupo parlamentario le espetó a López Hernández cuando este fue presentado durante la convención nacional de MORENA el domingo pasado.
Si el talante de Chávez fuera otro, de veras diferente a los políticos de ese pasado que niegan de manera vehemente pero inútil, evitaría ese tipo de protagonismos indeseables, incluso en el seno de su partido; y todo mundo podría verificar, aun con dudas, que podría tratarse, en efecto, de un relevo generacional en la política. O cuando menos de un garbanzo de a libra, como suele decirse por acá en el norte.
La defensa que Andrea Chávez hace de su mentor sólo masifica el alboroto, genera más confusión y esparce al mismo tiempo las especulaciones de la relación profesional entre ambos políticos, al punto de la chunga pública, hoy prácticamente inevitable por las redes sociales, por un lado; pero incluso porque también ellos, con sus acciones, dan pie a la bulla que los expone, y diría que hasta deliberadamente.
Sin embargo, el problema, lo que preocupa, es que no todo queda en la guasa de mal gusto. O no debería. Por una parte, el líder de la bancada morenista en el Senado tiene mucho qué explicar sobre sus vínculos con el hoy prófugo, Hernán Bermúdez Requena, exsecretario de Seguridad Pública de Tabasco durante su periodo como gobernador, y hoy vinculado al grupo criminal conocido como la Barredora, cuyos tentáculos llegan hasta el Tren Maya, la obra insignia de la Cuatroté y de López Obrador en particular.
Son versiones extraídas por la prensa nacional respecto de conversaciones interceptadas por la Secretaría de la Defensa Nacional (SEDENA) en sus reportes de inteligencia. Los delincuentes, se dice, “confiesan planes para rentar terrenos y suministrar 180 mil litros de huachicol semanales para las obras del tren, cuyos tramos 4 y 5 fueron coordinados por un sobrino de Bermúdez Requena”.
Este caso ha enfrentado a los morenistas. Y Andrea Chávez ya tomó partido. Salpicada, como pudiera estarlo, hay quienes siguen preguntándose de dónde sale tanto dinero para Chávez Treviño, desde sus tiempos de campaña (decenas de espectaculares por todo el estado de Chihuahua) como en sus tiempos de triunfo como senadora (“Caravana de la salud” con consultorios establecidos y móviles rotulados con su nombre). Alguna respuesta pudiera encontrarse en la conexión Chávez-López-Bermudez- Barredora… y lo que se sume.
La presidenta Claudia Sheinbaum ya lo dijo: no va a encubrir a nadie y Adán Augusto debe ofrecer su versión de los hechos; pero este sólo se ha limitado referir que todo lo que tiene que decir, ya lo ha informado a las autoridades. “Espero que las autoridades hagan sus investigaciones”. Lo demás, dijo a la prensa en torno al caso, es “politiqueria”.
Pero quizás Adán Augusto haga caso omiso de las reprimendas presidenciales, tal como Andrea Chávez lo hizo cuando la “regañaron” por hacerse campaña con acciones y despliegues que ni siquiera le corresponden.
El caso da para mucho más. Y esta columna lo retomará mañana. Por lo pronto, como se afirma hoy en los medios, la Cuatroté ya tiene a su “García Luna”. Si la voluntad política lo permite, lo cual dudo, las investigaciones exhaustivas podrían poner a cada quién en su lugar.
¿Qué papel le tocará a Andrea Chávez?


