Columna

Gilberto Loya no puede con el bulto

Si Omar García Harfuch cree que tiene un buen aliado para sus estrategias en Chihuahua, si es que las hay, está equivocado, porque con Gilberto Loya no funciona la seguridad y ningún combate al crimen que azuela a la entidad.

En realidad no hay rincón del país que se salve de la inseguridad y la violencia. Culpar a Calderón ya es moneda gastada, porque durante los seis años de “abrazos y no balazos” se prohijó el crecimiento exponencial del crimen y las cifras de homicidios por ejecución rompieron récord. Ahí están las cifras oficiales.

En esta columna hemos dicho que Gilberto Loya no da el ancho para el cargo que le confirió la gobernadora Maru Campos, que lo sacó de la Policía Municipal de Chihuahua para encomendarle una tarea mayor de la que no está capacitado. Más le ha servido a la titular del Ejecutivo como guardaespaldas y pieza decorativa en actos públicos, donde Gilberto Loya se solaza en presumir sus trajes de gala, entorchados y llenos de condecoraciones de batallas no libradas.

Cómo son las cosas: personajes como Loya tienen suerte en otras partes. Es el caso de Óscar Alberto Aparicio Avendaño, quien fuera secretario del ramo con Javier Corral aquí en Chihuahua, durante su quinquenio, y ahora reaparece como morenista en el estado de Chiapas, también sumido en una descomposición de altas proporciones en la materia que me ocupa.

A García Harfuch se le presume mucho desde el poder de Claudia Sheinbaum, pero en realidad no hay resultados de fondo que lo acrediten, y la guerra en Sinaloa no permite que se canten éxitos cuando evidentemente no hay buenos resultados.

El gobierno de la Cuatroté y su actual “segundo piso” se ha empeñado en la militarización más que en la construcción de policías profesionales, y los estados de la república –Chihuahua entre ellos– ha ido deteriorándose en sus funciones civiles, porque encargar la tarea a gente del corte de Gilberto Loya no garantiza nada.

Así que, señor García Harfuch, si confía en Gilberto Loya, anda errado.