Chihuahua ha tenido innumerables senadores a lo largo del tiempo. Sería dable pensar que por ser de este estado fronterizo se hubieran ocupado de asuntos de carácter internacional, así fuera por la simple vecindad con los Estados Unidos.
Eso que es una visión retrospectiva, en estos tiempos y con la elección de Donald Trump, se convierte en obligada tarea, no tan solo por la representación que de por sí obliga, sino porque es al Senado de la República al que le obliga como cámara alta evaluar y dar seguimiento a la política exterior del Estado mexicano.
Con esa premisa, es lastimoso, que el senador panista Mario Vázquez Robles solo exhiba su vocación de alcalde de pueblo chico que se la pasa de puerta en puerta burocrática realizando gestiones charola en mano y en asuntos que no son de su estricta competencia.
Hoy se da noticia de que el senador gestiona, dos mil millones de pesos para paliar los efectos de la sequía que se abate sobre Chihuahua. Con base en qué calculó la cifra, solo él la sabe, que déban ser federales o estatales no hay de otra, pero que es una suma ridícula está fuera de toda duda. Baste hacer una división de esa cifra con 67 municipios o con los kilómetros cuadrados que tiene el territorio chihuahuense para darse cuenta.
En lugar de ponerse a estudiar el problema migratorio, el nearshoring, la llegada de Trump en enero de 2025, Vázquez Robles continúa con su vocación gestoril. ¿Por qué será? Aventuro una hipótesis, nada difícil de demostrar:
El senador piensa en pequeño, en su reducto electoral y quiere hablar por ellos porque ahí está la única base para sus aspiraciones de suceder en el cargo a María Eugenia Campos Galván. No hay más. Conciente está el senador que el que no reparte al más puro estilo cuatroté, no figura en las listas electorales.
Que de los mexicanos con Trump encima, se apiade dios y ya.