Lo público, lo que tiene que ver con los intereses de la sociedad y la colectividad, no está en la agenda del gobierno de María Eugenia Campos Galván. Hace unas semanas nombró a un nuevo Coordinador de Comunicación Social del Gobierno del Estado que por lo que se ve en la prensa subsidiada, le recomendó se base en aparentar trabajo, en simular actividad, en el cultivo de las relaciones públicas que tanto gusta a la barata filosofía empresarial, donde tiene sus raíces.
Giras por aquí y giras por allá, publicitar MediChihuahua como si fuera realmente de Dinamarca, y ahora viajar a Taiwán en lugar de hacerlo, si tales traslados fueran esenciales, a la China Continental donde sí hay un mundo de negocios. En otras palabras, Maru Campos sigue muy bien la recomendación que dicta, simula y disimula. Para qué hablar de transporte público en Chihuahua, es un desastre porque no se orienta por un sentido de servicio y está en manos de charros sindicales podridos.
Pero hay algo que es inocultable: su gobierno está en la bancarrota y en crisis, lo mismo en seguridad que en el consenso social. La “galopada” está por trillarla, la nueva presidenta estatal Daniela Álvarez, aparte de impugnada, no trae nada. Las ambiciones en el PAN se han desatado y no saben qué hacer con rumbo al 2027 por un par de cosas que no hay que perder de vista: la carencia de liderazgos emergentes y eficaces, y lo más importante, el enorme descrédito que se abate sobre el partido azul luego del escándalo García Luna que le pega a Maru en la línea de flotación porque ella es calderonista de pura cepa, de la que se formó en 2006 en las tribunas del Congreso de la Unión para avalar una elección bajo sospecha.
El PAN ya no convence en Chihuahua, y es que lo público le importa un comino.