Los festejos por la Independencia han ido cambiando drásticamente. Los presidentes de la república los utilizan como mítines de apoyo o instrumento narcisista superlativo tipo López Obrador o una vil puesta en escena al estilo Maru Campos: pan y circo.
El próximo 15 veremos al demagogo López Obrador desempaquetando su regalo y a Maru gastando sumas enormes de dinero público para un espectáculo en desprecio de una celebración popular, como había sido no hace mucho. En ambos casos hay una particularidad: asisten los de adentro, los selectos y los de afuera: los sinnombre, el populacho.
Discriminación sí.
Mala forma de recordar a Hidalgo que decretó la abolición de la esclavitud.