reos-19ago2014

Ahora que las certificaciones se han puesto de moda, pero sobre todo que se han convertido en instrumento político y de negocios sucios, recibirlas con el mote de “positivas” se ha tornado en un mecanismo más para el engaño en las más diversas actividades, e inexplicablemente en las que tienen que ver con el quehacer público de las instituciones de gobierno. No es extraño que los poderes judiciales y los congresos, por poner un par de ejemplos, presuman su ISO-9000 como lo hace cualquier empresa particular en un procedimiento de impacto estrictamente privado.

En una entrega de hace algunos meses subrayamos lo paradójico que es la certificación obtenida por algunos penales de Chihuahua a manos de la American Correctional Association (ACA) porque la antigualla de “correccional” huele a algo muy propio del silo XIX y los primeros años del XX. Qué seriedad puede tener la ACA si ni siquiera va acorde a su nombre con las modernas orientaciones de ejecución de penas a través de la privación de la libertad de reos. Pero al cacicazgo duartista poco le interesa tal cosa –recuérdese que es partidario de la prisión vitalicia (descarta la “corrección”) y aun de la pena de ahorcamiento– y en cambio privilegia recibir costosos pergaminos, que a decir verdad no significan nada, o muy poco, como sería que la pintura de las paredes es adecuada, que no hay fugas de agua, que los garrafones de agua potable están en su sitio, que se lavan los sanitarios, y en fin, lo que es verificable por cualquier autoridad o funcionario medianamente celoso del cumplimiento de sus obligaciones. Pero eso, por no tener el brillo del oropel, tampoco se puede vender como galardón. Por eso Duarte se gastó en esas nimiedades poco más de 24 millones de pesos y ahora el CERESO de Cuauhtémoc y el Femenil Número 2 de Ciudad Juárez ya están certificados. ¡Qué manera de dilapidar recursos!, ¡qué manera de engañar! Pero la realidad, más temprano que tarde, suele castigar estos despropósitos. La fuga de reos en Delicias y la posterior clausura del penal, y el cierre preventivo que en el mismo sentido se hizo en Guachochi, nos habla de que a esas certificadoras se les trae a donde no debe traérseles, porque las cárceles que mencionamos de hecho son impresentables, como otras que hay en Chihuahua.

Duarte puede hacer con su pergamino lo que le venga en gana, pero basta hablar con uno o dos familiares de recluidos en prisiones estatales, para darse cuenta del tráfico de drogas, la venta de privilegios, la prostitución y hasta la posibilidad de excarcelarse temporalmente, reinan como un negocio de grandes dividendos que se reparten en la cúpula del poder. Eso es lo que se trata de ocultar con pergaminos certificatorios inútiles y costosos.

El mayor descaro en todo esto es cómo algunos medios señalan que son los Estados Unidos los que certifican, cuando en realidad se trata de una asociación de correccionales de ese país, y vaya usted a saber bajo qué instrumentos de conocimiento y supervisión. Pero eso sí, con un pergamino en letras resaltadas y todo tipo de sellos para impresionar a incautos.