En estos días han asaltado la escena pública tres personajes que tienen denominadores comunes. Se trata de Oswaldo Rodríguez Borunda el dueño de los Diarios, Antonio Pinedo Cornejo y Javier Corral Jurado. Podría pensarse que los arropa el periodismo, pero sería un exceso sugerir que ese sea el oficio del primero, a saber, porque la escritura en ninguna de sus formas le fue concedida como habilidad.
Se trata de tres personajes altamente temperamentales, a ratos amigos, a ratos adversarios y hoy por razones de la edad y la política quizás divorciados para siempre. Quién lo sabe.
Temperamental es, siguiendo el registro de la Real Academia Española todo aquel que se comporte así: vehemente, impulsivo, impetuoso, apasionado, nervioso, fogoso. No está en el ánimo de esta columna, por lo demás, hacer un cuadro psicoanalítico, aparte de que estoy baldado para esa empresa.
Ayer Pinedo Cornejo pasó de periodista a convocante de una rueda de prensa que a decir verdad generó muy pocas expectativas. Leyendo puntualmente lo que declaró, es dable sostener que fue como el parto de los montes del que nada salió como para reinterpretar el quinquenio corralista, al que Pinedo sirvió inaugurándose con aquel berrinche, qué ni al caso viene recordar.
El ahora declarante sabe bien que lo que dijo son actualmente monedas corrientes que por andar de mano en mano ya se desgastaron.
Sabía que un día después de su conferencia le iba a dar Rodríguez Borunda la ocho columnas sin importar la escasa valía noticiosa, por demás evidente. Trató de refrescar la pugna Maru-Corral, sugiriendo que algo le pidieron al respecto como funcionario público. Algo de antemano presumible cuando dependes de un jefe. Que si Miroslava Breach esto y aquello y así todas la “revelaciones”.
En realidad Pinedo prestó un servicio, más que evidente. El servicio es en favor del gobierno de María Eugenia Campos Galván en su afán de revancha contra Corral, dándole motivos al visceral Oswaldo para que gane dinero y desfogue la añeja y accidentada relación que ha tenido con Corral.
El temperamental Corral a su vez y a las puertas de ocupar su escaño en el Senado de la República mínimamente padeció angurria en su departamento de la CDMX. También el temperamento suele provocar eso.
Entretanto, todos estos personajes creen que la opinión pública de Chihuahua merece abrir los medios para leer estupideces.