El proceso de excarcelación de César Duarte y para que no quedara duda, no llegó como un hecho aislado en la actual red de complicidades en cuya cima se encuentra la gobernadora Maru Campos. Al alimón se dio la noticia de que Enrique Serrano pasó a formar parte, en baja jerarquía, de la Secretaría General de Gobierno y se supone encargado de mediar con los defraudados de Aras.
Enrique Serrano fue un duartista de primera línea, tanto que César Duarte le vio madera para que lo sucediera en el cargo, no obstante que era evidente que le faltaba algo así como el 98% para ser un candidato competitivo.
También fue diputado federal, presidente municipal de ciudad Juárez y pastor de los diputados locales en una de las legislaturas de servidumbre durante el gobierno de la tiranía.
Hasta donde me había quedado, este personaje político se había regresado a su negocio de producción de paletas heladas y ahora se cayó más abajo y forma parte del formidable equipo en el que lo mismo está un Pável Aguilar que un Héctor Barraza. Pobre Chihuahua.
El reciente aterrizaje burocrático de Serrano, que en buena hora jamás fue gobernador de Chihuahua, me recordó un legendario poema del Gran Jefe Pluma Blanca don Renato Leduc, que no pierdo la ocasión para darles noticia de él, sobre todo la estrofa que habla del empleómano, que el escritor refiere como culi-atornillado.