El presidente de la República se dedica a comentar problemas internos de los Estados Unidos, el transporte de carga federal que va con destino a los Estados Unidos sufre de la agresión texana decretada por el gobernador Greg Abbott, que cada vez más se le ven las ansias de refundar la república de la estrella solitaria que soñó Sam Houston, entre otros, acompañado del traidor Lorenzo de Zavala.

Texas agrede la economía mexicana y a la vez expresa con tendencia radical su rebeldía hacia Washington como emblema del pacto federal. Cualquiera que vea la película en cartelera denominada la “Guerra civil” puede comprender con facilidad de qué tendencia histórica estamos hablando.

El gobierno mexicano que representa López Obraor debiera estar pensando en cómo formular el reclamo, las responsabilidades por el abuso texano de retener en los puertos fronterizos el transporte de carga so pretexto de minuciosa revisión. En realidad se trata de la práctica de una servicia o como se conoce aquí en México chingaquedito.

Que el sector económico del transporte y la industria radicada en territorio mexicano sufra todo esto no le da al presidente mayor preocupación; lo suyo es la retórica y desde luego dirigir los pasos de su candidata.

Tampoco podemos apostar nada en favor de los oficios que interponga la gobernadora Maru Campos, su amistad y obsequiosidad con Greg Abbott dice donde están sus intereses y afectos.