En medio del escándalo de la detención y procesamiento de la alcaldesa de Nuevo Casas Grandes, Cynthia Ceballos, la gobernadora Maru Campos dio la nota con sus declaraciones en el sentido de que ella puede recomendarle “buenos abogados y sobre todo buenos amigos”.
Pero hay más. Se dice que dos abogados que trabajaron tanto en la Fiscalía General como en la Anticorrupción, ahora, paradójicamente, defienden a la alcaldesa acusada de peculado.
Obviamente que esto es trascendente porque nos habla del cinismo que se da en la práctica de abogacía, máxime que quienes ahora figuran en la defensa, conocen las entrañas de los aparatos estatales y, por tanto, buscarán madurar las oportunidades que eso les prodiga. En otras palabras, lo que estamos viendo es que se puede estar en una y otra trinchera sin sonrojarse.
Pero lo más grave es lo que dice la gobernadora, por estas razones: ella se liberó de un encauzamiento penal por razones eminentemente políticas, no porque haya demostrado que fue ajena a la corrupción duartista, y cómplice directa, de César Duarte como diputada local que recibía prebendas, demostrables, y que constituyen delito, para lo cual hay que enfatizar que no hay prescripción aún, y sólo se interrumpió porque ocupó el cargo que hoy le protege con el fuero.
Y sí, en efecto, sabe de las triquiñuelas judiciales, y puede, sin duda, recomendar abogados, y sabe cómo hacerlo. Y no se diga amigos, porque sin duda, en el aparato de la Fiscalía y el Judicial, los tiene, y además dependen económicamente de ella y los emplea con arrogancia.
Es una faceta más de la corrupción maruquista, que ahora, al más puro estilo de su mentor Duarte, les dice a los presidentes municipales que “se porten bien”.