La Guardia Nacional y la Policía Estatal, al mando de Gilberto Loya, continúan sin resolver el grave problema de seguridad pública que aqueja al noroeste del estado, particularmente al municipio de Madera, que vive centralmente de la producción forestal.
De hecho en esa región gobierna el crimen organizado y se puede considerar que es una zona de extraterritorialidad en la que el gobierno y el estado prácticamente no existen.
Ha habido infinidad de sucesos que debieran haber prendido luces rojas y convertirla en una zona prioritaria, pero el descuido y la negligencia han caracterizado a los aparatos estatales para prevenir sucesos sangrientos.
En tres semanas se reportan al menos seis ejecuciones de este tipo, donde las víctimas resultan ser choferes de transporte de carga forestal y de proveería de mercancías para los aserraderos.
Esto permite afirmar que ni siquiera los caminos cuentan con vigilancia, ya no digamos la zonas más apartadas y agrestes, donde los vecinos suelen difundir por redes sociales balaceras y agresiones que mantienen a la población de la zona en un grado de inseguridad alarmante.
Con la Guardia Nacional y a la vista de estos sucesos, no queda más remedio que anotar que las Fuerzas Armadas han fracasado en Chihuahua, y que por lo que se refiere a las fuerzas estatales, y en general a la política de seguridad de la gobernadora María Eugenia Campos Galván, que más le interesa el relumbrón y la publicidad que se hace a la famosa Plataforma Centinela (antes Escudo Chihuahua), también ha colapsado estrepitosamente.
A Gilberto Loya, que se caracteriza por ser un mentiroso contumaz, habría que hacerle la pregunta del autor de Pensamientos despeinados, S. J. Lec: ¿Hasta cuántos muertos vale equivocarse?
Pero la más importante pregunta es: ¿Cuándo renunciará?