Hablan Solalinde y Ebrard; Zambrano apeñanietado

El padre Alejandro Solalinde, con agudas palabras, acusó al PRD de estar “prianizado” y de haber “traicionado al pueblo de México”. Su voz tiene real autoridad moral por el gran papel que ha jugado en la defensa de los derechos humanos de los migrantes, que han encontrado en sus albergues la protección que nadie les brinda, ni las instituciones gubernamentales ni mucho menos los partidos políticos. Para reconocer este drama recomiendo la lectura de Fila india de Antonio Ortuño, quepa la digresión. El lenguaje de Solalinde es llano, no se presta a otra interpretación que no sea ponerle nombre a las cosas, cuando sentenció ante sesenta representantes del PRD: “Vaya paquetito que tienen ustedes, porque el PRD ha traicionado a la nación. El partido entró en el Pacto y cayó en la corrupción”. No obstante atemperó cuando señaló que “no todo está perdido”, pero refiriéndose al papel de la izquierda en general.

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Cuando un personaje de la talla de don Alejandro Solalinde habla así, cimbra conciencias e invita, de manera irrecusable, a valorar las cosas. Sus palabras no tienen más interés que deplorar de manera puntual y desde la instalación misma de su figura en la realidad mexicana, lo que le sucedió a un partido que ofreció ser un instrumento de la sociedad y los ciudadanos en 1989 y que luego se fue decantando por el camino de la corrupción, el puestismo, las alianzas bochornosas, el gangsterismo y tantas lacras que afectan la vida del partido que ya pocos creen que tenga un compromiso con la revolución democrática que México necesita.

Arrinconado en la facciosidad, Jesús Zambrano, “signante del Pacto”, trató de esquivar la certera crítica diciendo que no la vio como un regaño, y uno se pregunta cuál será el regaño que Zambrano necesita para entender claramente la circunstancia de su partido y la personal de él, y no creo que haya alguna, porque él antes que principios tiene intereses, facciosos, y las manos sucias por haber entregado al PRD al PRI, pongamos por ejemplo, en Chihuahua, al lado de Hortensia Aragón Castillo y Héctor Barraza, quienes disfrutan de la nueva variedad de lenteja llamada diputación o sindicatura. Que venga Zambrano a constatar a Chihuahua si el PRD le dio la espalda al pueblo. Hoy es un simple cascarón o partido satélite.

Por eso, además, los perredistas se están agrupando en diversas organizaciones alternativas, como ha sucedido con la reciente creación de la asociación civil del Movimiento Progresista, encabezado por Marcelo Ebrard, importante activo de la política nacional que también, con énfasis, dijo en estos días: “Un PRD subordinado al gobierno federal no me interesa para la candidatura presidencial de 2018”. Crítica que ha topado en los círculos perredistas con una intolerancia superlativa que busca, como lo han hecho en muchas otras partes del país, dejar fuera del PRD al exjefe de gobierno del DF. Hasta el mismo Camacho Solís ha exigido que cese la soberbia con la que se ataca a Marcelo Ebrard.

Aunque de distinta índole, este racimo de críticas, convergen en subrayar que el PRD se encuentra o sin puerto o ya de plano en un naufragio.

Muchas veces me han hecho la pregunta de por qué un partido que empezó como patrimonio de la sociedad debe reducirse a una confederación de tribus facciosas, pragmáticas y utilitaristas. He contestado que no hay un por qué que lo justifique, pero toda rectificación necesita de proyecto y de gran voluntad política. Y a decir verdad, no veo que ambas estén en presencia.

En realidad, Zambrano es de esos capitanes de barco que sólo le queda gritar en el mar abierto: “¡Sálvese quien pueda!”. Él ya se salvó al lado de Peña Nieto, y así lo cree.