Ayer se reunión el presidente López Obrador con los hijos de los grandes empresarios de México y algunos del extranjero. La reunión seguramente estuvo invadida del aroma de buenos linajes, grandes herederos, los cachorros de neoliberalismo, pues. No nos gusta el término, pero seguramente el perfume fue fifí.

Como en este tipo de reuniones de lo que se trata es de construir relaciones públicas y lanzar buenas imágenes para engañar incautos, se proporcionaron cifras de una supuesta recuperación económica que se contiene en esta idea: nos habíamos caído en los indicadores económicos, pero ya vamos avanzando, ocultando que los efectos de la caída están todavía presentes. Es la vieja engañifa que se cimenta en la manipulación de las estadísticas, como lo han hecho históricamente todos los gobiernos, sean del PRI, del PAN, del PRD, o de MORENA en este caso.

No le podemos pedir al presidente que lea a Pickety, pero sí recordarle que si hay algún privilegio en este mundo, es el del hijo que hereda un imperio económico, sin más ni más y sin carga tributaria estimable. Como el hijo de Eloy S. Vallina García, hoy homenajeado por el alcalde Chihuahua, Marco Bonilla.

Ignoro si el presidente se mordió la lengua.