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Ya salió el peine: durante su gira de eso que en Balleza se llama el extranjero, César Duarte se sometió a un procedimiento o protocolo médico-dermatológico para adosarse una cabellera abundante, si no del tamaño de los pelucones que usaban los nobles en Europa antes de la revolución francesa, al menos sí una que compita con la de Memo Ochoa, aunque Rosario Robles, por alguna recóndita razón, lo igualó al rapado Chicharito. Va de cuento y advierto a los lectores que no se va más allá de lo conjetural pero que es una versión que circula de boca en boca entre nuestra rústica clase política y la burocracia. Duarte en la pasada gira se transplantó pelo; hoy por hoy es probable que se le vea como esos camotes que se compran rapados, luego se hidratan y posteriormente se germinan. Pero quizá mañana, luego de pagar el costoso procedimiento, se haga de una cabellera negra, cabellera bruna, como aquella a la que le cantó Antonio Badú. Ni lo negamos ni lo afirmamos, sino todo lo contrario.

Ya dándole coherencia a esta leyenda, se saca en claro que Marcelo González Tachiquín no fue a disertar sobre el sistema de pensiones al viejo continente –algo así como que los mariachis den clases de tango en Buenos Aires–, sino que como encargado de Pensiones Civiles del Estado, fue a solventar los gastos ocasionados por su jefe. ¿Será? El tiempo se encargará de despejar esta pregunta, de donde tengo para mí que ya hay un motivo adicional para tener bajo observación la tatema del cacique.

 

PRI: partido de Estado

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En estricto rigor, el PRI es un aparato de gobierno, similar a cualquier dependencia burocrática. Un buen ejemplo de esto es este partido en el estado de Chihuahua: su jefe real es el cacique Duarte, cosa distinta en una democracia donde sería su líder natural. Aquí es el capo de capos. Hay una nota periodística que nos informa de cómo se comportará este aparato durante el proceso electoral federal de 2015, antesala de las elecciones locales de 2016. Se trata del nombramiento de delegados en todos y cada uno de los distritos electorales federales que componen la geografía política de Chihuahua. Vea usted: en el Distrito I estará Fernando Uriarte, jefe de la Junta de Aguas en Ciudad Juárez; en el II, Pablo Espinoza, que se dará el lujo de ser secretario de Educación en los ratos libres y político electoral de tiempo completo; en el III, José Luis Canales de la Vega, Recaudador de Rentas en Juárez; en el IV, el rector de la UACJ, Ricardo Duarte Jáquez; en el V, de Delicias, el ballezano metido a funcionario para el cacique, Raúl Javalera, jefe de la COESVI; para el VI, de Chihuahua, el aprendiz de finanzas públicas, banquero de tiempo completo y capitán del desastre chihuahuense, Jaime Herrera; el VII, de Cuauhtémoc, por supuesto que el cenecista Rafael Servando Portillo, secretario en lo que por un eufemismo se llama administración pública de Chihuahua; en el VIII, de Chihuahua, Marcelo González Tachiquín, excandidato en derrota en pasada elección local y maestro sobre el sistema de Pensiones laureado en la totalidad de los países que forman la Comunidad Europea; y en el IX, de Parral, el señor Pedro Hernández Flores, director del Seguro Popular en Chihuahua.

En algunos casos estos delegados son acompañados por otros para hacer un dueto, pero siempre con el común denominador de ser funcionarios. Funcionarios que tendrán la dualidad de cuadros de partido en activo electoral y titulares de dependencias que quedarán en el abandono porque el proyecto de poder, faccioso, está en primer lugar. Los partidos que se enfrenten electoralmente al PRI, deben tener claro que no van a encarar a otro partido, sino a todo un aparato gubernamental. Muy parecido a los esquemas de dominación que se dieron bajo los sistemas totalitarios. No digo que lo son, simplemente que hay un parecido grande que coarta la celebración de elecciones libres.

 

No Manches… ter, Rosario

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A los políticos mediocres les da por mostrarse como grandes conocedores del deporte, así se ostentan como personas con ciertas características humanas que difícilmente se les reconocen en otros quehaceres de la vida. Los hay que se autoestiman grandes expertos en béisbol, y no se diga en la coyuntura del fútbol soccer y sus estrellas del momento. Rosario Robles Berlanga –antigua pensadora marxista– ahora que vino a Chihuahua no perdió la oportunidad de sahumar sus metáforas, realizando símiles de políticos priístas con miembros de la selección nacional. Con tan profundo discurso quiso sorprendernos con la canción de que Peña Nieto es Ochoa, Enrique Serrano como Rafa Márquez y Duarte Jáquez, en franco baldón a un futbolista, resultó El Chicharito. Bien es cierto que este último juega con una de las escuadras del Manchester de Inglaterra, lo que nos permite decirle a Chayo que no manches… ter.

 

Qué diferencia cuando el político es una gente seria, como lo demostró José Woldenberg con un brillante artículo sobre el grito “puto” en los partidos de la selección nacional. Por eso las metáforas de doña Rosario no brillan, y metáfora que no brilla es porque está ahumada.