A tono con el corte de pelo nazi que se confeccionó Duarte en sus vacaciones por Europa, el Congreso del Estado de Chihuahua le aprobó los compromisos que tiene con los grandes y pequeños usureros. El Congreso sesionó con la cobertura o blindaje de infinidad de policías armados, cerrando las puertas a quienes deseaban presenciar la sesión y en obediencia estricta al cacique local. Se había llamado a tomar el Congreso, buena parte de los asistentes tenían ese propósito como una medida para ir escalando en formas de lucha que reditúen más a las causas populares. No se logró ese objetivo pero eso no significa que no se haya posicionado la idea de que un cáncer corroe Chihuahua, se llama César Duarte y hay que empezar a sentar las bases para extirparlo. Chihuahua necesita de una recuperación democrática y eso sólo se logrará mediante la instauración de un poder ciudadano que imponga un viraje, particularmente en materia de corrupción política.

La circunstancia de Chihuahua está permeada de autoritarismo, arrogancia, en el estricto significado de este concepto, y limitación de todas las libertades que le permiten al cacicazgo hacer y deshacer hasta ahora, pero probablemente por muy poco tiempo más.

El liderazgo que se expresó hoy a las afueras del Congreso convino ciertamente en levantar la acción alrededor del mediodía, cuando se había consumado el atraco de los diputados del PRI, cuyo pastor, Rodrigo De la Rosa, se escudó tras las armas de la policía estatal, atraco que contó con la complicidad del diputado panista César Jáuregui Moreno, que deja maltrecho y dividido a su partido, que al menos con tres votos le dijo no al duartismo; pero también hubo un consenso de llamar a la brevedad posible a la constitución de un foro amplio que agende la crisis chihuahuense como problema prioritario, genere alternativas y extienda el movimiento a toda la entidad.

Es de mencionar que lo que se llama izquierda también votó en contra, pero es evidente también que el oportunismo y permisividad con la que se ha manejado desde el pasado proceso electoral les resta autoridad moral, pues en todo caso estarían pagando las consecuencias de querer estar bien, como se dice coloquialmente, don Dios y con el Diablo. No podemos concluir diciendo que el día de hoy es similar a muchos otros que se le parecen, porque al menos se empezó a precisar algunos de los elementos que definen estructuralmente la crisis chihuahuense y la impostergable necesidad de deponer al gobierno actual.

El tiempo lo dirá.