No es casual que la rabia contenida y legítima de las mujeres que se expresó ayer en las calles de Chihuahua tenga como destinatario al gobierno y a la prensa. En realidad aquí son piezas del mismo equipo y por lo que se refiere a la segunda se nutre del dinero público.

Comparé lo que se hizo en el edificio de El Heraldo de Chihuahua y en el de El Diario de Chihuahua. La parte mayor se la llevó el periódico de Osvaldo Rodríguez Borunda. Hay una distancia enorme que nos mueve a esta sencilla reflexión.

El Diario cada vez se muestra como una rama seca del poder gubernamental. Cotidianamente hacen la apología de los gobernantes, se solazan en la defensa de los corruptos adictos a César Duarte a los que les brindan páginas y páginas para que justifiquen lo injustificable. Parece que se sienten harto gratificados contribuyendo a responsabilizar de todo al pasado inmediato y así hacer una defensa, ruin, de la gobernadora del estado.

En el fondo están negociando cuánto dinero público van a saquear o ya pactaron, como lo hicieron con la “generosa actitud” cuando Maru fue alcaldesa.

El Diario cree que nadie percibe esto, que nadie lo ve. Esa es la razón de que sus muros griten lo que ellos callan.

Por eso, por decirlo coloquialmente, se llevaron la peor parte y estar en un segundo lugar después de El Heraldo es un baldón, bien merecido.