Esta columna fue prácticamente la única que se ocupó de la llegada del Altozano a nuestra entidad. Denuncié la pretendida idea de fundar “el nuevo Chihuahua” y también dije cómo el grupo inmobiliario se valía de la influencia de Felipe Calderón para aligerar los trámites en el municipio de Chihuahua en los tiempos de María Eugenia Campos como alcaldesa de Chihuahua.

Y en efecto, se instalaron aquí y hoy empiezan a aparecer las consecuencias por la ausencia de servicios que no se corresponden, de ninguna manera, con los precios elevados de los lotes. Los servicios básicos no se prestan, tales como agua potable y recolección de basura, aparte de la precaria infraestructura. En fin, los dueños sufren el incumplimiento de la empresa Altozano.

Esto se puede convertir en otro escándalo atribuible a la clase política gobernante panista. De diversa naturaleza puede llegar a ocupar la atención pública al lado de Aras (recordemos que en el caso Aras Felipe Calderón vino casi en calidad de avalista); la corrupción en el Congreso y en la Junta de Aguas; los tres muertos al hilo en el penal de Aquiles Serdán y el homicidio de René Villarreal permite conjeturar que uno o varios delincuentes panistas gozan de impunidad.

Por lo pronto, no olvidemos que María Eugenia Campos le abrió, desde el municipio, las puertas a sus amigos calderonistas a Altozano, que al parecer defrauda a los colonos y luego de haberles vendido en sumas millonarias terrenos que no logran urbanizar debidamente.