En su entrega semanaria a El Diario, el día de ayer María Eugenia Campos Galván intentó dar una clase de lo que es la auténtica política. Todos sabemos que en las circunstancias de Chihuahua, si es auténtica y panista, no es política, y si esa es la política, carece de autenticidad, si por tal concepto entendemos que lo que se dice es la realidad.

Por lo que se refiere a El Diario, propiedad de Osvaldo Rodríguez Borunda, ni de chiste, él está pavimentando su gran carretera al chayote vil. Pero dejemos eso, lo que me causó estruendosa carcajada al leer el texto, seguramente de los últimos de esta etapa, fue que Maru afirma que la política se hace “sobre la base de un banco de valores firme y muy claro”.

No cabe duda que la medida que tienen los políticos de esa especie para expresar su pensamiento no tiene más medida que la propia lengua.

Veámoslo a la luz de su propia praxis: retrasar la operación de la justicia para llegar a la candidatura, estar vinculada a un proceso penal que a todas vistas desembocará en la autoimpunidad, ser duartista de línea y aparecer como la impoluta panista, aliarse con el PRI, complotarse con los diputados duartistas para golpear al Poder Judicial, donde ya tienen favorito para la presidencia de ese desprestigiado poder.

¿O será que el banco del que habla Maru es del banco donde estará sentada para seguir en la senda de los atracos? Pregunta que huele a Duarte.