Hace unos días Javier Corral se dio tiempo para presentar el libro 4T, claves para descifrar el rompecabezas, coordinado por Blanca Heredia y Hernán Gómez Bruera. Quizá el evento lo asumió como un pequeño remanso en medio de su extraordinario maratón de obras que despliega en el ocaso de su nuevo amanecer. 

Su deseo ha sido alcanzar la reputación de un intelectual y quizá el hecho algo le abona. El evento fue en la Universidad Autónoma de Ciudad Juárez y sin duda se vertieron opiniones a tener en cuenta por todos los que navegamos en el proceloso mar mexicano.

Blanca Heredia, en ese libro y en el ensayo que calza con su firma, expone que la tarea que se ha echado a cuestas Andrés Manuel López Obrador es “domesticar” a la oligarquía, o al capital, cualquier cosa que signifique esa mamarrachada conceptual. Domesticar a la oligarquía rodeado de los oligarcas o de la amistad de Carlos Slim y Ricardo Salinas Pliego, dos de los ejemplares de esa riqueza exponencial que se acumuló gracias al modelo neoliberal, cuya abolición decretó el tabasqueño en un dejo de retórica vana, es algo menos que imposible. 

En el escenario de la presentación del importante libro, a la diestra de Corral, se encontraba Alejandra de la Vega, funcionaria corralista y a la vez oligarca muy distinguida en Ciudad Juárez, donde se realizó el evento en cuestión. 

La escena me sirvió para imaginar lo que estaría pensando la señora heredera de un imperio que tiene en sus antecedentes el gangsterismo, la venta de alcohol y el control de las cantinas en Ciudad Juárez, y que en mérito a esa historia se ha convertido en cercana colaboradora de los gobernadores chihuahuenses, llámese Reyes Baeza, César Duarte, Javier Corral y, desde luego, la que está en puerta, de apocope Maru. Pienso que caviló así:

¿Domesticar a los oligarcas? Mmm, cómo lo dudo. Lo contrario es cierto, vean cómo domestiqué a Javier Corral y saquen conclusiones, señores académicos.