Cuando Javier Corral asumió el cargo de gobernador, anunció que sería el primer periodista en ocupar la titularidad del Ejecutivo chihuahuense. De inmediato le enmendaron la plana, porque ya antes que él estuvo Don Silvestre Terrazas, éste sí todo un personaje en la política local y el periodismo. 

Fuera de eso, que pudiera quedar en lo anecdótico, Javier Corral pasará a la historia con el estigma del asesinato de Miroslava Breach Velducea, que manchó para siempre el utilitarismo criminal del panismo empleado para hacerse del poder a toda costa. Es el panismo de ayer, el de ahora, y el que está por venir. 

Después del crimen hubo un manto protector en favor de los panistas cómplices del delito, los encumbraron en cargos de importancia, particularmente a Hugo Schultz y a José Luévano, que fue el secretario cercano de Corral porque le llevó la agenda. 

Hoy la noticia es que Hugo Schultz aceptó una condena por su participación en el homicidio de la periodista. Son ocho años que seguramente se disminuirán a la mitad, luego recuperará su libertad y aquí no habrá pasado nada. Qué lamentable. 

La justicia es lenta en estos casos. Pero el recuerdo de la periodista vivirá siempre entre nosotros como un ejemplo de tesón, talento y valentía.

En su camino a puestos de poder, Corral no tiene escrúpulos.