Mario Vázquez busca llegar al Congreso del Estado como diputado local. Es su segundo intento y además es previsible que ahora sí logre la meta, que busca por tierra en el Distrito 16 con sede en la ciudad de Chihuahua. Es un político con historia: fue líder campesino en el ahora anquilosado Frente Campesino, y fue alcalde de Santa Isabel, entiendo que por otro partido distinto al actual. Su carrera lo llevó a la dirección del panismo local en sendos periodos de 2011 a 2016, de donde pasó a ser figura central en el gobierno y equipo de María Eugenia Campos Galván. 

Ahora que buena parte de las críticas las concentra en su persona la candidata panista al gobierno del estado, es pertinente señalar que no estuvo sola en esa fase, que tuvo correligionarios del tipo del candidato a diputado. Sobreponer los años de dirigencia panista de Mario Vázquez es demostrar que coinciden plenamente con los de la tiranía duartista, y examinarlo desde esa perspectiva es explicarnos algunas cosas. 

Fue la época de la obsequiosidad, fue el momento en el que el decadente filo opositor del PAN en el estado se fue mellando, al grado de no tener ningún papel significativo, digamos en tres cosas: la presencia parlamentaria, la nula presencia en la auditoría y fiscalización de las finanzas públicas y, de manera precisa, el divorcio del PAN con los intereses de la sociedad. Fueron los años de una elección federal de diputados que arrojaron como resultado un panismo en franca decadencia.

En un flyer de campaña dice que Vázquez al frente del PAN “logró la victoria histórica de la gubernatura (de Corral), 29 alcaldías, incluyendo Chihuahua capital, así como mayoría de diputados en el Congreso local”, a donde no pudo llegar.

Sin embargo, cabría preguntarse si esa “histórica victoria” le corresponde al PAN y sobre todo cuestionarse tal hecho le pertenece, como quieren hacer ver, al que fuera su dirigente en esos años. En parte menor sí, no es el caso de regatear méritos. Pero la derrota no sólo de César Duarte, sino del priísmo local, la propició la lucha cívica en contra de la tiranía que se inició con la denuncia de Unión Ciudadana en septiembre de 2014. Cuando el PAN aquí estaba dormido y entregado, obsequioso y mudo, coludido y comprometido, fueron los ciudadanos los que asumieron el reto, pusieron el cascabel al gato, con los resultados que todos conocemos. 

En ese momento el PAN se dormía en sus laureles. Y ahora se dicen, en boca del aspirante a diputado, arquitectos de una obra que es seguro que en su momento ni la percibían ni la querían. 

Pero así suele ser la mentira.