Finalmente Christopher James Barousse se alojó en el penal de Aquiles Serdán. Desahogado el debido proceso penal, tendremos un ingrediente más para observar la calidad de la justicia anticorrupción de Chihuahua, es cosa de esperar. 

Pero una lectura ya se antoja firme: por tratarse de un joven, arrogante y engreído, con él transita al penal la perversión que se hizo durante el duartismo de las instituciones estudiantiles de las que él fue cacique, de una universidad que graduó a una generación de “filósofos” bajo el padrinazgo de César Horacio Duarte Jáquez, en una muestra de lo apetecible que es para el PRI controlar y corporativizar las organizaciones de la juventud estudiantil. A Barousse le dio hasta para convertirse en líder nacional del PRI, obvio que con el apoyo del tirano local y de personajes, hasta hoy indemnes, de la corrupción política nacional de las grandes ligas, como sería el caso de Emilio Gamboa Patrón.

Otra lectura es que en Chihuahua pueden caer en prisión políticos de todo género mayate, pero no siniestros personajes como Jaime Ramón Herrera Corral, más que testigo protegido de Javier Corral y de César Augusto Peniche, su consejero principal en estas tareas. Él se pasea orondo por todos lados, despreocupado, laborando para ambiciosos magnates, mientras otros que dependían de él sufren las consecuencias de sus actos, que debieran con igual intensidad y en las magnitudes correspondientes afectar a todos los corruptos y corruptores de la negra era de César Duarte.

Duarte y Barousse. Tiempos felices.

Aquí tenemos la paradoja de que está libre el que liberaba los cheques y presos están los que los recibían, pero como dice el refrán: “tanto peca el que mata la vaca, como el que le agarra la pata”.

Christopher James Barousse representa en el priísmo local y nacional el mensaje de desaliento hacia todos los jóvenes para que se alejen de esa máquina de violencia, corrupción y abuso de poder.