He cuestionado la ausencia de una visión, al menos sexenal, que evidencia la encomienda que le asignaron a Alfonso Durazo para ir de candidato morenista al estado de Sonora, donde no la verá fácil para hacerse con el triunfo. Llegará ante la sociedad pitic con las manos vacías y los fracasos que lo preceden por su falta de preparación en la materia, pero sobre todo porque es muy difícil que los militares, ahora plenamente dominantes, quisieran obedecerlo. 

En su lugar se nombró a Rosa Icela Rodríguez, también con escasos atributos para el cargo, y esta crítica trasciende a su condición de mujer; no es por su género que se le critique y reconozco que al menos simbólicamente se acredita que en buena hora vuelen alto las mujeres, algo que antes estaba vedado por la sociedad patriarcal. Es muy probable que si me equivoco hasta disculpas pediré. Para mi que será un florero más en el gabinete de Andrés Manuel López Obrador, y hay una causa a la que quiero referirme en el párrafo que sigue: 

Nunca los militares, sobre todo con la enorme pelota que les ha dado su jefe supremo, van a aceptar una jerarquía real entre la Secretaría de la Defensa Nacional ni cualquier otra que se les atraviese en el camino en las tareas e intereses que permean hacia el grueso de las fuerzas armadas. 

La SEDENA nunca sería igual a Secretaría de Seguridad. Se pueden sentar en el mismo gabinete, pero no son iguales, en la idea predominante que priva entre los jefes castrenses; por eso ayer dije que desde el punto de vista del Estado, el gobierno y las jerarquías, ellos, los milicos, no quieren una secretaría enfrente, sino una o un amanuense, quien lleve los papeles, sin importar su género, hombre o mujer. En este caso es una mujer la que ocupa el cargo y, por tanto, más que titular de una secretaría, es la secretaria, dicho sea con todo el respeto que merece la mujer, porque en este caso poco o nada se involucra la condición de género. Lo mismo dije de su antecesor, y lo mismo diría si se tratase ahora de otro varón, la crítica es al mandón del Ejército y a los militares, que esos sí, practican la misoginia de a de veras.