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Si todavía existiera aquella brillante página de Carlos Monsiváis, Por mi madre, bohemios, seguramente ahí estaría registrada aquella declaración del bache que hiciera Carlos Vázquez Cano, que definió el bache casi casi en un dimensión estética: no como un hoyanco en la calle, sino como “un desprendimiento de la carpeta asfáltica”. Ahora se engrosaría con las palabras de Jesús Murillo, a saber presidente del Consejo Consultivo de Vialidad y director de L’ecole Du Chef, donde se preparan, a decir por la fiolosofía de esta institución, gastrónomos de talla mundial. Como si se tratara de poner un poco más de pimienta y tomillo a un exquisito platillo, nos ha deleitado ahora con una de esas declaraciones adecuada para un paladar ansioso de manjares en pleno fin de semana. Dejando de lado el oficio del chef y retirando de su cabeza la toque blanche para caracterizarse como experto en flujos callejeros, Murillo descubrió casi casi la partícula de Dios en la tintura, casi indeleble, que según él se emplea para marcar las rayas en los diversos carriles de las calles de Chihuahua, para advertirnos que “esa pintura no se ha desgastado, sólo se ha ensuciado”. Pero como en Chihuahua no hay lluvias que laven las calles, entonces dichos señalamientos se borran para el ojo de peatones y conductores de coches. Y por tanto, con una lógica que asombraría al mismísimo Aristóteles, nos dice: “no es que la pintura no dure, sino que no se ve por la ausencia de lluvias”. ¡Sopas! Ya más empírico, fue a campo y, ¡oh, sorpresa!: lustró con agua y jabón un pedazo de pavimento y, ¡no lo van a creer!, brotó el color, vivo y brillante, cual mostaza de Dijon.

Como va a ser muy difícil que la lluvia caiga a raudales en Chihuahua –y menos con jabón y escobetas–, se requiere cocinar una solución mejor para señalizar las calles. A decir de Murillo, el lavado a presión es muy costoso, por tanto no estaría mal en pensar una solución que cambie el kepí de los agentes de Tránsito por un tocado blanco de cocinero y distribuirlos por las esquinas para la mayor visión de quienes transitan por las calles. Ni modo, al mejor cocinero se le quemó la sopa.

 

PRD Chihuahua: por fin algo en la prensa

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Tanto a Jesús Manuel Márquez Sotelo, presidente estatal, y a Librado Tarango, secretario general del PRD en Chihuahua, no les vendrían mal unos cursos de gramática, en especial de sintaxis y además de semántica elemental, para entender aquello de los conceptos y sus significados. Hoy publican, con motivo de los 25 años del PRD, un desplegado que aparte de tardío anuncia que se están “replanteando” las formas de relacionarse con la sociedad, para descubrir que “ahora se hace indispensable” la presencia del PRD. A esa velocidad jamás llegarán a la meta. El problema de la seguridad pública lo reducen a un “salpicamiento” en Chihuahua de lo que sucede en otras partes y hasta se ponen retobados con su jefe César Duarte al que acusan de prepotente, personalista y autoritario, lo cual no fue obstáculo hace meses para apoyarlo en cuanta cosa se propuso, incluido lo electoral. Los errores históricos son garrafales y, a ratos, el desplegado parece uno de los peores textos bíblicos por todos los misterios que encierra.