El 8 de Marzo no es un problema de policía. Lo afirmo porque he escuchado varias voces del gobierno de María Eugenia Campos Galván que ya se aprestan a realizar un dispositivo de hasta 400 efectivos policiacos y vallas metálicas en derredor de los edificios públicos.

Pensar y actuar así, de sobra está decirlo, es equivocar el camino y de paso encender más las pasiones. El gobierno actual presume de resultados, pero en la agenda que tiene que ver con las mujeres, no hay mucho qué presumir.

En realidad lo que se pretende para este 8 de Marzo es pasar la circunstancia lo mejor posible, en tiempo electoral, y que prácticamente todo siga igual, porque no ha habido un diseño de política que permita ir encarando de fondo las causas de todos los hechos que reclama la acción feminista que se desplegó, como nunca, el pasado 8 de Marzo de 2023.

Esta columna está por la autogestión de las mujeres que se ha patentizado en las calles y, desde luego, también por la innovación de tácticas con un alto espíritu de creatividad; muchas cosas se pueden hacer.

De la situación actual, tanto del país como del estado y el municipio, no se espera gran cosa, por no decir nada.

Qué diferencia con lo que acaba de suceder en Francia, donde ya hay una reforma constitucional votada contundentemente para facilitar la interrupción del embarazo. Aquí la derecha resiste y en esa derecha están los Campos Galván y los Bonilla, que digan lo que digan, anteponen sus convicciones personales de tipo religioso a una ética de la responsabilidad.

Por eso, para este próximo 8 de Marzo, las autoridades sólo tienen una respuesta en la que la primera palabra es “policía”. Así no.